Trabajadores agredidos por sus compañeros sindicalistas, vagones de trenes saboteados, chulería del Comité de Empresa, asambleas amañadas...

Que no, que no hay que sacar una ley de huelga. Lo que hay que hacer es cumplir la actual normativa, especialmente la de servicios mínimos y la que obliga a las fuerzas del orden a proteger el derecho a trabajar a quien no quiere hacer huelga.

Ha bastado que se cumplieran los servicios mínimos, el jueves 1, para que la normalidad haya vuelto a las calles. Los trabajadores presionan igual porque los clientes, es decir, los ingresos de la compañía, bajarán pero nadie se llama a engaño. Ahora lo que no conviene es que, como suele suceder, el cabreo dé paso al olvido.

Por sus palabras los conoceréis. Ojo al dato: nuestra portavoz favorita. Inefable vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, ha encontrado un culpable: no se lo van a crecer pero es el adversario político: mismamente, a la presidenta pepera de Madrid, Esperanza Aguirre, por no negociar con sindicalistas energúmenos. Pero aún más grave resulta que el presidente del Gobierno le apoye y exija, asimismo, responsabilidad a la Comunidad de Madrid. Toda una lección de equidistancia.

Mucho más atinado ha estado su compañero Miguel Sebastián, quien ha hecho una llamada a la cordura de los huelguistas y su también compañero y subordinado Pepiño Blanco, quien ha pedido a los sindicalistas que dejen de hacer el burro y cumplan los servicios mínimos.

Fernández Toxo, de Comisiones Obreras, es un personaje singular. Comenzó asegurando que la huelga se realizaba sin violencia, sin violencia física. Como luego sus chicos comenzaran a golpear a sus compañeros, algunos de los cuales llevaron a los hospitales y a sabotear vagones de metro, Toxo aseguró, compungido, que es fácil agitar las aguas contra los trabajadores. Ni la menor desautorización de sus matones.

Mucho más sincero resulta Cándido Méndez de UGT. Ya nos dijo que la culpa de todo la tenía Esperanza Aguirre. De esta moda se ha evitado organizar sabotajes en otras provincias donde se ha hecho lo mismo que Aguirre, lo mismo que Zapatero para el conjunto del país: reducir un 5% el salario de los trabajadores públicos. El chico habla claro: le importa un pimiento los trabajadores del Metro que, además, sabe muy bien pagados: lo que quiere es fastidiar al PP por que Méndez, antes que de la UGT es del PSOE.

Ahora el secretario general del PSOE ha sido más claro: tras sembrar el caos en Madrid,  asegura que es una enseñanza de cara al 29-S, es decir, huelga general en toda España.

¿Qué hubiera hecho Méndez en 1936?

Idea: neutralizar financieramente a CCOO y UGT y ampliar el arco de representantes de los trabajadores a USO, sindicatos sectoriales y otras centrales que se dediquen a defender a los trabajadores y no al PSOE. Y lo mismo puede hacerse con las organizaciones empresariales: ¿por qué circunscribirlas a CEOE y CEPYME? ¿Dónde están las micropymes, los profesionales, los autónomos y otros trabajares por cuenta propia?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com