Sr. Director:
La inmensa mayoría de los medios de comunicación señalan el fracaso de la huelga general del pasado miércoles.

 

Los datos son inequívocos: el descenso del consumo de energía eléctrica sólo alcanzó un 15%; la huelga afectó, sobre todo, a las grandes industrias, que suponen un 10% de la actividad económica, y que es donde los piquetes batasunizados hicieron alarde de su particular forma de informar mediante la coacción y las amenazas; los funcionarios apenas siguieron la huelga con 7%; y, finalmente, el sector servicios, que supone el 70% del PIB, tampoco secundó la huelga: los autónomos no están para acentuar aún más la crisis, no perciben las millonarias subvenciones, como los sindicatos, que pagamos todos los españoles, ni gozan de viajes de placer por el Báltico, como en el caso de Toxo; ni se les pagan las comilonas en restaurantes de lujo como a Méndez.

Los sindicatos han lanzado el mensaje de que ha sido un éxito la huelga: necesitan seguir justificando sus gabelas, sueldos, chollos, viajes de placer y comilonas ante sus cada vez menos afiliados. Esta huelga ha sido un tongo: al Gobierno le interesaba que la UE y los mercados vieran que cumplían con las exigidas reformas, bastantes light, dicho sea de paso; y a los sindicatos seguir haciendo el paripé ante los trabajadores. Es decir, había que montar una huelga pactada, contra no se sabe quién. Al final, todo esto ha servido para que la sociedad se conciencie, una vez más, que los sindicatos decimonónicos que tenemos son inútiles y obsoletos; no se alcanza a comprender por qué tienen que ser impunes ante la ley ante su actuación bárbara; ni tampoco por qué son la correa de transmisión del Gobierno socialista, antes que de los trabajadores; y, lo más grave, que durante estos seis últimos años han negado, junto con su aliado el Gobierno, la crisis, en perjuicio de todos los trabajadores, al impedir y retrasar las reformas económicas que necesita nuestro país.

Desde luego, en Europa los sindicatos no contribuyen al empobrecimiento de la economía, con propuestas trasnochadas. La principal conclusión de esta huelga es que si los sindicatos no se adaptan al siglo XXI, y son un instrumento para mejorar la economía, habrá que reformarlos o prescindir de ellos.

Javier Pereda Pereda