Sr. Director:
En su función de vulgarizar el sentido profundo de las cosas, dice el refranero que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

 

No quieren ver los partidarios del estado de bienestar (todos los receptores lo son) que su existencia está minada por una globalización que nos lleva de nuevo al siglo XIX de la mano de China y su comunismo capitalista, alguien que impone al mundo competir con unas condiciones de trabajo de tipo manchesteriano, refrendadas en Tiananmen.

No quieren ver los sindicalistas que su función es de la mayor importancia y sobre todo muy necesaria en China, para que hagan un poco de estado de bienestar y se equilibren las relaciones de intercambio; es en China donde se necesitan unos sindicatos de clase que acaben con la explotación del hombre por el hombre (creo que se decía así).

No quieren ver que, para todos los que ya tienen que renunciar a algunos de los logros sociales anteriores, la huelga general es un sarcasmo, ucrónico e intempestivo y además impuesto por unos piqueteros bravucones que viven del presupuesto y demás momios.

Porque otra cosa que no quieren ver es que, además, el estado de bienestar ha extendido sus cuidados hasta admitir como normales los desmanes de los políticos estatistas y la inepcia de la banca central y sus banqueros palmeros; cosas que tampoco están en el programa del festejo y que precisarían de un sindicalismo robin-hood.

José Antonio Santos