El presidente de la Confederación Española de cajas de Ahorros (CECA), Juan Quintás, es un tipo brillante y capaz. El único problema es su sorna galaica, que le lleva a adoptar actitudes pactistas para, a renglón seguido, reírse con ganas del pacto que acaba de firmar. O sea, un verdadero maestro de la retranca. (Por cierto aprovecho este artículo para corregir una información de Hispanidad sobre Quintás: no pagó más a un funcionario vietnamita, sino a una empleada de la empresa privada encargada del transporte. Mis disculpas).

Así que, haciendo de la necesidad virtud, don Juan acaba de declarar que la emisión de cuotas participativas, título sin voto, o acciones con derechos económicos pero no políticos, no le parece que suponga la privatización de las cajas de ahorros. Recordemos que tanto el gobernador socialista del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, como sectores ‘liberales' del Gobierno y el propio Partido Popular, desean la privatización de las cajas, aunque esto, como ocurre con la energía nuclear, siempre se mencione en voz baja.

Y MAFO ha obtenido su primera victoria: la Caja de Ahorros del Mediterráneo, sexta del ranking, y con fuerte riesgo inmobiliario en costa, ha lanzado la primera emisión de cuotas ‘seria', es decir, de 1.000 millones de euros. Se dan las circunstancias de que a 31 de diciembre último, los recursos propios básicos de la CAM se elevaban a 3.087 millones de euros. ¿De verdad piensa Quintás que los poseedores de un tercio de los recursos propios, es decir, del 25% del paila, se van a conformar con derechos económicos sin derechos políticos, es decir, sin poder presionar a quien corresponde acera de su remuneración?

Sí, las cuotas participativas apuntan directamente a la privatización de las cajas. Forman parte de la obsesión global con que los únicos agentes económicos que funcionen en el mundo sean sociedades anónimas. Lo que ocurre es que Quintás es un tipo brillante y coñón, y sabe que esto es el inicio de un proceso que se precipitará cuando él se encuentre,  jubilado, disfrutando de la bucólica serenidad de un pazo gallego.

Eulogio López

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