El Consejo General del Poder judicial (CGPJ) acaba de comunicar al juez Fernando Ferrín Calamita, que no pierde su condición de magistrado pero que ya no cobrará ni el salario base de juez y que, además, tendrá que devolver los 51.000 euros percibidos por dicho concepto desde que fue inhabilitado, hace ahora dos años largos.

Como sigue siendo juez, tampoco puede, en principio, trabajar en lo que ha constituido toda la vida. Es decir, te condeno a penuria y te quito el honor pero, a cambio, te tengo aherrojado porque sólo podrás trabajar en aquello que yo, el CGPJ, el sistema de poder, desee.

¿El pecado de Ferrín? Intentar evitar, siempre dentro de la legalidad, que dos lesbianas prohijaran a una niña. Dos lesbianas con muy mala leche, pero eso supongo que es una mera reiteración.

Se han cumplido las palabras de un importante personaje de la justicia española, naturalmente afín al Partido Popular (a los nuestros, je, je), al propio Ferrín: Un católico no puede ser juez de familia. El otro personaje clave en la trama, ha sido un abogado comecuras que pretende retirar los crucifijos de todos los lugares públicos y que defendió el concubinato lésbico e incestuosos de dos hermanas tortilleras convertidas en matrimonio por mor de la majadería imperante (no exagero un ápice, se lo aseguro).

Si juzgaran a Garzón con los criterios utilizados con Ferrín Calamita y si el CGPJ otorgara al juez estrella el mismo trato, don Baltasar ya habría sido fusilado. Al amanecer y sin juicio previo. Garzón se ha convertido en el héroe de Zapatero porque todos los progres españoles saben que el desastre de la política económica es palpable y que la progresía de centro izquierda ya no puede ganar las elecciones de 2012 de otra manera que reeditando la guerra civil. Eso sí, una guerra civil fría.

Pero más cabreante que es mucho más que irritante- que todo lo anterior es es el comportamiento con Ferrín de personas e instituciones católicas, que ha constituido el abandono de un mártir de la coherencia, de la coherencia cristiana, como es el juez murciano. Calamita es un apestado y todo el mundo, especialmente sus hermanos en la fe, se alejan de él como de la peste. Ferrín está en el paro por defender a Cristo, pero los cristianos no le dan trabajo para poder sobrevivir: le han abandonado. Incluso más y peor: algunos católicos, especialmente canallas, se han dedicado a calumniarle y a reescribir la historia, que es lo que hacen los pusilánimes cuando se sienten interpelados por su conciencia, bajo la acusación de cobardía: arremeter contra el modelo y buscarle oscuras intenciones, cuestionar en suma, su rectitud de intención.

Este fin de semana están convocados más de veinte actos en apoyo del ególatra Garzón, mientras Ferrín afrontó su descrédito en solitario, sin alharacas. Y está muy orgulloso de su comportamiento como lo estamos muchos de su rectitud de intención y de su gallardía.

Alguien, por ejemplo todos, debería pensar que muchos cristianos que afrontan el martirio social que decreta el actual estado de cosas podrían sentir la tentación de acomodarse a los tiempos, es decir de ser fieles al mundo en lugar de ser fieles a Cristo, bajo un argumento irrefutable: a Ferrín le partieron la cara por su coherencia, pero sus hermanos en la fe le han dejado tirado. ¿No harán lo mismo conmigo si soy coherente con mi fe.

Además, a Garzón no le dejan tirado porque, los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la luz. Saben que si quieren imponerse deben estar unidos en la mentira y en la injusticia, pero unidos.

En cualquier caso, sepan ustedes que mi innovadora teoría teológica de amar a Cristo y odiar a los cristianos no ha sido aceptada con pesar lo admito- por El Vaticano. Estos chicos no innovan.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com