Fue divertidísima, la presentación a la crítica cinematográfica de la película El Exorcismo de Emily Rose. Tras la proyección, los críticos se quedaron a hablar con el padre José Antonio Fortea, exorcista.

Quizás por curiosidad morbosa, el colectivo español de críticos de cine no tan controlado por el lobby gay como sucede en Francia o Italia, pero casi- no se quiso perder la comparecencia.

Las pegas habituales, a las que un veterano con una espléndida cabeza como Fortea estaba más que acostumbrado. Dos momentos del coloquio resultan reseñables. El primor, la sonrisa de incredulidad que fueron cediendo a las teorías curiosas y finalmente, a un interés casi morboso, en conocer las actividades de los espíritus malignos y de las sectas satánicas en el mundo del siglo XXI.

Durante la primera etapa, Fortea se vio obligado a recordar un presupuesto de sólida raigambre científica pero tantas veces olvidado : Oigan -vino a recordarles a los críticos- que los espíritus existen o no existen independientemente de que ustedes crean o no crean en ellos.

Tras la etapa de cachondeíto y rictus cínicos, se entró en la de las opciones curiosas. Se pasa de negar la existencia del Infierno a introducir cuñas tales como el Infierno está vacío porque Dios es bueno (No son palabras literales, resumimos ideas del diálogo). Ahora bien, si el Infierno está vacío, ¿dónde está Hitler? ¿En el Cielo con los querubines?

Tercera etapa: el salto de la incredulidad al morbo, y no sé cuál de los dos es peor. Los críticos comenzaron a preguntar sobe las zonas el mundo donde mas abundan las posesiones y los distintos tipos de influencia de los diablos sobre los seres humanos. Y no estoy muy seguro de que esa tercera etapa de la obsesión morbosa sea mejor que la de la incredulidad. A fin de cuentas, los espíritus pueden poseer cuerpos, pero no almas: eso les está vedado hasta el momento de la muerte. Y como decía Clive Lewis, los demonios se divierten tanto con un incrédulo como con un hechicero. Lo único que no soportan como recordaba Lutero- es que te rías de él. El sentido de las proporciones y la lógica que exhibe aquel que cree en los demonios pero no se obsesiona con ello, sino que confía en Dios, es aquel a quienes los demonios poseerían y estrangularían con sus propias manos si tuvieran manos.

Eulogio López