Sr. Director:
El sábado pasado tuvo lugar en la Plaza Cardenal Belluga de Murcia una concentración pro vida, al igual que en otras ciudades españolas.

 

"Decenas de personas" asistieron, según ese diario. Y es verdad. Una pena. Luego nos quejamos, pero a la hora de la verdad nos quedamos en casa o nos vamos a la playa, porque el día era soleado. No salimos en defensa del básico derecho a la vida, sin el cual los demás carecen de sentido, y así nos va.

La pasada semana se celebró en Murcia precisamente un Congreso Internacional de Derechos Humanos. Y hace poco el consejero de justicia, Manuel Campos, hablaba de derechos "de cuarta generación". Creo que antes hay que respetar los derechos "de primera generación", aquellos que tendrían que ser ya indiscutidos desde 1948, cuando se aprobó la Declaración Universal de Derechos del Hombre.

Como me decía un asistente a la concentración, la sociedad española está enferma. Nos han envenenado con la política, y nos creemos que los asistentes a estos actos son de ultraderecha y católicos, cuando la defensa de la vida es un deber de cualquier ciudadano, sea de la religión que sea y tenga las ideas que tenga.

El próximo paso es la eutanasia, disfrazada de muerte "digna".

Fernando Ferrín Calamita