Sr. Director:
Vistas las manifestaciones, especialmente la de Madrid, en favor de la vida y bajo el lema "Sí a la vida" del día 23 y la celebración del Día Internacional por la Vida del día 25, me ha llevado al convencimiento de lo horrendo que es el aborto provocado.

Pienso que ante el crimen del aborto no podemos seguir mirando para otro lado y tranquilizando falsamente nuestras conciencias comprobando cómo día a día se eliminan los niños en el seno de la madre.

No es compatible con una conciencia humana y especialmente cristiana quedarse de brazos cruzados ante lo que se considera una situación jurídica y cultural injusta, pero no irreversible. El mostrarse pasivos y pasotas ante la desgraciada realidad del aborto equivale a ser cómplices del mismo.

Llegará un día, no muy lejano, que nuestros descendientes, llevándose las manos a la cabeza, se pregunten horrorizados cómo fue posible que se cometieran tales atrocidades y que tantas personas permanecieran pasivas ante tan monstruosos hechos.

Juan Pablo II pedía con insistencia, en todos los países que visitaba, que se protegieran esas vidas indefensas. Con voz firme y potente repetía una y otra vez: "Nunca se puede legitimizar la muerte de un inocente".

Juan García