Con una exquisita objetividad, el diario ABC nos informa de que Sevilla quiere convertirse en la meca del turismo homosexual, bisexual y transexual y monflorital. Al lado del anuncio, y en aras de un periodismo que podríamos calificar de integral (información y publicidad, todo en uno) figuran la agencia de viajes Marsans y la compañía aérea Air Europa, gente pluralista que no discrimina a las persona según su opción sexual.

Esto es importante, porque con ello descubrimos -¡Eureka!- lo que supone la objetividad periodística: en lugar de mezclar información y opinión se mezclan información y publicidad, que es mucho más digno. De esta forma, el apóstol del periodismo objetivista, Juan Luis Cebrián, ya no podrá repetir aquello de Los hechos son libres, la opinión sagrada (no inventó él la gracia porque es muy buena y Janli es un intelectual, por tanto carente de sentido del humor), sino Los hechos y las opiniones son libres: lo que es sagrado es la publicidad, tierra prometida de los grandes editores.

Pues eso, que el ayuntamiento sevillano ha firmado un convenio con la asociación Colega, que, como su mismo nombre indica es una cosa muy marchosa, aunque también algo cular, para convertir a la ciudad de Sevilla en foco de atracción de turismo gay. De entrada hay que advertir que cuando la prensa habla de la firma de un convenio entre una autoridad municipal y un grupo privado está diciendo, sin decir, o sea, eufemísticamente, que el ayuntamiento está subvencionando con dinero de todos los sevillanos, incluso de esos tipos tan raros que son los heterosexuales, a un grupo privado con unos intereses bien concisos y bastante cochinos. Y es que la democracia fiscal aún no ha sido inventada. El ciudadano paga sus impuestos y pobre de él como no lo haga- pero no decide en qué se utiliza ese dinero que tanto le cuesta ganar. Eso es cosa de los políticos, expertos en gastar. Lo único que puede decidir el ciudadano es un 0,52% de su declaración de la renta, y aún así esta medida es criticada por la progresía por ¡poco democrática!

Total, que Sevilla ya no será conocida por su Semana Santa su Feria de Abril, su Torre del Oro, la Maestranza, el Guadalquivir y su barroco. No señor: a partir de ahora Sevilla será conocida por sus lupanares homo, con cuartos ciegos incluidos, para introducir el pene por el ano o para que te lo introduzcan, en la grandiosidad del anonimato. Y es que la Alcaldía de Sevilla es de lo más progresista.

Con la retranca que se gastan los sevillanos, no me extrañarían que empezaran a aconsejar caminar por Triana con la espalda bien pegada a la pared, y no precisamente por el sol de junio, porque hasta los pobres sevillanos están vigilados por los guardianes de lo políticamente correcto. Es lo mismo que le sucedió al bueno de Joaquim Agut, cuando dirigía Terra y apareció por la central norteamericana de su filial Lycos: Aquí comentó a sus acompañantes- si se os cae un euro al suelo no os agachéis para recogerlo. Fue eso, y no sus comentarios sobre los judíos, lo que le condenó profesionalmente para siempre jamás, a pesar de su gran currículo. Hay cosas que no se perdonan en esta sociedad de emperadores desnudos. Al menos, la dictadura gay, ahora convertida en Orgullo Gay SA no lo perdona. Y les aseguro que hasta las mismísimas víboras huyen del lobby gay.

Si la iniciativa cunde y todo depende del tamaño de la subvención-, tomaré mis precauciones la próxima vez que viaje a Sevilla. A ningún por si acaso le fastidiaron.

Eulogio López