Tras la publicación en Hispanidad del tremendo informe del Tribunal de Cuentas sobre una de las casas de acogidas para mujeres maltratadas ubicada en la localidad madrileña de Coslada, una lectora me informa, sucintamente, con la fuerza de la concisión, que ser feminista no significa ser una sinvergüenza. Firma Sonia que no socia- sin apellidos, y no sabe Sonia lo que le agradezco la aclaración.

Ahora, con el ánimo mucho más relajado, puedo reproducir la campaña feminista para presionar al Gobierno nicaregüense, en breve liderado por el guerrillero sandinista Daniel Ortega, para que no se aplique la ley que defiende la vida en aquel país sino que, por el contrario, se aplique la salud reproductiva, esto es, el aborto.

El lenguaje, como siempre, es lo más revelador y no precisa glosa alguna. Lo más urgente, sin duda, es avisar a Ratita Pérez, es decir, a doña Ana María Pérez del Campo, que con fondos públicos, por ejemplo firmados por Trini Jiménez, hace maravillas, en beneficio de madres maltratadas, de la salud reproductiva, e incluso de su propia progenie.

Eulogio López