Las relaciones del ministro de Energía y Telecomunicaciones con los presidentes de la CNE y de la CMT no pueden ser peores. El ministro más próximo a ZP está obligado a subir el precio de la luz en plena crisis y a traspasar al erario público las primas a las renovables y los costes extrapeninsulares. Todo el empeño de Sebastián es un pacto entre caballeros con las eléctricas para que no suban el precio a los grandes consumidores

El ministro de Industria y responsable de la política energética quiso sustituir a Maite Costa por Luis de Guindos. Es decir a una política socialista por un ex político del PP, secretario de Estado de Economía con Rodrigo Rato. Guindos prefirió irse a PRICE y permanecer en el sector privado, pero la oferta demuestra que las relaciones del ministro con la presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) no pueden ser peores.

La CNE pide que la tarifa de la luz suba un 31% el 1 de enero, lo cual es una medida muy electoral. Es lo que se precisa para terminar de un plumazo con el déficit de tarifa, cuyo principal causante son las subvenciones públicas, las muy ecológicas energías renovables con las que se han enriquecido empresas y familias, especialmente tres: Los Entrecanales, los Benjumea e Iberdrola, aunque en general todo el sector.

A Sebastián le ha fastidiado especialmente la actitud de la CNE por cuanto él es un defensor de la energía nuclear, mucho más barata. Lo que ocurre es que los ecologistas cuentan con el inestimable apoyo de ZP, que se define a sí mismo como el más antinuclear de todo el Gobierno. El asunto adquiere ahora una especial trascendencia, porque la liberalización exigida por Bruselas hay que culminarla ya y acabar, por ejemplo, con la famosa tarifa G-4, que es la que utilizan los grandes consumidores (acerías, cementeras, empresas de aluminio, etc. -y que Bruselas considera ilegal- (aunque las practica todo el mundo). En cualquier caso, no hay manera de sustituir a la G-4 a costes competitivos con molinillos u huertas solares.

En resumen: Sebastián no puede fomentar la nuclear y no puede subir la tarifa un 31%. Lo único que puede hacer es que las primas a las renovables -el dinero público con el que se lucran unos cuantos millonarios, eso sí, muy ecológicos- y los costes extrapeninsulares, sean abonados por el erario público, es decir, por el contribuyente, no por el consumidor. Da lo mismo: lo pagamos todos pero queda más bonito.

A cambio, exige a las empresas que aunque liberalicen el suministro a los grandes consumidores no suban el precio, sino que lo bajen. Los franceses consiguen ese milagro gracias a la barata energía nuclear. Pero España no puede. En cualquier caso, las compañías tendrán que aceptar el pacto pero sierpe pueden incumplirlo a la menor oportunidad.

No es de extrañar que el informe y las propuestas de Costa le hayan sentado a Sebastián como un golpe en el estómago y haya querido sustituirla. Por cierto, Sebastián tampoco se entiende con Reinaldo Rodríguez, presidente de la CMT, un cargo que también le ofreció a Luis de Guindos. Considera que Reinaldo retrasa la implantación de la sociedad de la información en España con su actitud anti-Telefónica.