La información que hoy publicamos en portada demuestra el papanatismo neoliberal que invade Europa en general y España muy en particular. Señal de liberalismo, de apertura de fronteras (salvo a los seres humanos, claro está) y se condona cualquier oposición a la venta de empresas estratégicas a propietarios de otros países como algo decimonónico, propio de la caverna.

Pues bien, ahí tenemos el arquetipo SEAT, propiedad de la multinacional Volkswagen, a quien, no sólo se le regaló sino que, con tal de que se hicieran cargo de la compañía, se les llenó de oro (las cifra varían según se hagan las cuentas, pero nadie está dispuesto a aceptar menos de 1.800 millones de euros de la arcas estatales y otros 240 de la Generalitat catalana) y se les suplicó que nos otorgaran un lugar al sol.

Ahora VW ha decidido que los trabajadores checos hacen Skoda más baratos porque cobran menos, y que se pueden vender en España pero que muy bien. Por tanto, no es que quieran reducir SEAT, lo que quieren es aniquilarla, cerrarla, anularla. Para ello, tienen que vencer la resistencia de 14.000 trabajadores, y deben ampliar esa cifra a un número indeterminado de proveedores afectados. Con humildad germana, ni tan siquiera admiten prejubilaciones, dado que son muy caras: a la calle con un ERE y que parte del despido lo pague el resto de los españoles.

Y como dos consejeros españoles se atrevieron a pedir información sobre la negociación con los sindicatos pues se lo dijo que cogieran el portante y se largaran.

Y es que las multinacionales también tienen patria. Las multinacionales son sensibles a todo aquello que sucede a las puertas de su Consejo de Administración. Es lógico que, puestos a elegir dónde reducir capacidad productiva, VW quiera hacerlo en España. Y no en Alemania, que es su patria, ni en Checoslovaquia, donde los trabajadores cobran poco y les pueden hacer ganar mucho dinero.

El liberalismo y la globalización son fenómenos en principio positivos, por la razón de siempre: la raíz etimológica del liberalismo es la libertad. Ahora bien, la clave es la de siempre: la liberalización y la globalización debe hacerse al precio de o todos o ninguno. Si las empresas estratégicas en sectores clave, como la energía, la banca, la alimentación, la automoción o las telecomunicaciones, están en manos de franceses y alemanes, entones el liberalismo intraeuropeo es un filfa. No puede hablarse de mercado único. Mientras los europeos no se sientan europeos antes que franceses o alemanes, o italianos o españoles, España necesitará disponer de una serie de multinacionales que actúen como locomotoras.

Bien está que todos cedamos, pero no si la cesión consiste en que la igualdad de los desiguales. O sea, el caso SEAT.

Y si esto no es así, ser liberal será la modernidad tonta, la del paro.

Eulogio López