Sr. Director:

Desde el agua y hasta Canarias llegan casi a diario centenares de inmigrantes en busca de una vida mejor. Sobreviven hacinados ante su única oportunidad, una luz de esperanza al final de la travesía.

Sin embargo, al llegar a tierra firme, y con la excepción de unos bañistas sorprendidos y emocionados -y poco más antes de ser deportados o abandonados a su suerte-, se encuentran con personas acomodadas, incapaces de ponerse en su lugar y con esa mirada de odio tan falta de humanidad.

Los inmigrantes, que siguen siendo personas, parecen haber nacido para sufrir eternamente antes de morir. Pero lo peor no es eso, sino que la situación no parece importarle a casi nadie. Has el punto que de un inmigrante se opina y se le trata peor que a un traficante de droga, quienes realmente son uno de los grandes culpables de nuestra sociedad. Vivir para ver.

Eduardo Cassano

ecf79@hotmail.com