Indefinición gubernamental en torno a la "estructura de redes"

En materia de telecomunicaciones, somos los más listos de la clase. Tan sólo queda, señala el ministro Clos, "definir la estructura de la redes para favorecer la competencia". O sea, definir si se obligará o no a Telefónica a alquilar su redes de ADSL a 100 megas después de realizar una macroinversión de zanjas y cables. Clos no responde. Ros tampoco respondió.

Desde Telefónica argumentan que no tiene sentido que se les obligue a realquilar unas infraestructuras que son suyas. Incluso llegan a amenazar con no realizar estas inversiones si se les obliga a alquilar. Al Gobierno no le gusta esta amenaza. Pero tampoco quiere que se paralicen unas infraestructuras que pueden revolucionar más si cabe el mundo de las TIC y de la televisión. Los 100 megas de ADSL permitirían consumir televisión a la carta con calidad tal y como ya practican los adolescentes, que han mudado de la tele al ordenador. Las 100 megas dejarán obsoleta la TDT y las plataformas digitales actuales. Una revolución mediática. Pero Telefónica quiere explotarla en solitario si utiliza su músculo financiero para acometer esas inversiones. Es su decisión libre, argumentan.

En el otro lado se encuentran quienes consideran que Telefónica es quien es gracias al monopolio de muchos años y de unas infraestructuras más que amortizadas. Por debajo, el debate sobre si la red debería haber sido segregada de la operativa, renace. De momento, Gran Bretaña ha sido el único país que lo ha segregado. En España también se planteó cuando se estaba decidiendo la privatización de Telefónica. Finalmente se decidió que no. Y de aquellos polvos, estos lodos. Ros no aclara. Clos, tampoco.