Trinidad Jiménez se despide del Ministerio de Sanidad para convertirse en ministra de Exteriores. Tiene ante sí la ardua tarea de mejorar la hercúlea gestión de Miguel Ángel Moratinos, por lo que le auguramos grandes éxitos.

 

Se despide del Ministerio de Sanidad con una norma que prohibirá fumar en todos los espacios cerrados (por ahora no en el hogar, pero seguramente su sucesora en Sanidad, Leyre Pajín, que tiene mucha familia en Benidorm, terminará el trabajo) y, atención, en los espacios abiertos, cómo decirlo, no muy abiertos: campos de fútbol, donde el humo del tabaco molesta mucho al compañero de hinchada.

Bueno, y en los alrededores de colegios y parques infantiles. De esta forma, además de cargarse al pequeño empresario de hostelería, Pajín deberá publicar mapas ciudadanos para aclarar dónde se puede echar un pitillo: en Madrid, por ejemplo, los fumadores podrán liar un pitillo subidos en la carroza de la Diosa Cibeles o en el tridente de Neptuno. Aquí el que no fuma es porque no quiere.

En cualquier caso, pese a las críticas de la caverna, todo indica que Jiménez está perfectamente capacitada para dirigir nuestra diplomacia y hacer frente, por ejemplo, a la amenaza islámica, a la construcción de Europa y a la crisis de Gibraltar, Ceuta y Melilla, etc.

Allá donde va deja huella. Por ejemplo, en el ayuntamiento de Madrid demostró su fina sensibilidad como oficina de gaymonios. Ella misma, antes de unir para toda la vida a un par de lesbianas o de maromos enamorados elegía la música nupcial, elemento básico en el compromiso matrimonial.

Tras su paso por Iberoamérica (y ya lo ven: el subcontinente sigue en pie) alcanzó el Ministerio de Sanidad. Su predecesora, Elena Salgado ya había marcado estilo en Sanidad con la ley de reforma de la Fecundación in Vitro (FIC) o de investigación biomédica, gracias a las cuales España se ha convertido en el mayor frigorífico de embriones humanos utilizados como cobayas de laboratorio. Salgado también intentó prohibirnos beber vino, que es poco salutífero. Si no, miren lo bien que se conserva ella ya entrada en los sesenta, a costa de ser vegetariana, no fumar, no beber, no respirar...

Eso sí, los riojanos advirtieron a Zapatero que si elevaba la fiscalidad sobre el vino sería mejor que no apareciera por Logroño y el presidente del Gobierno, siempre atento a los reclamos populares, la desterró a Administraciones públicas.

Así que como a Jiménez no le quedaban muchas más batallas prohibitivas, por lo que decidió aumentar el cerco sobre los fumadores, atención, porque ésta ha sido su gran obra como ministra de Sanidad, se cargó la objeción de conciencia de los farmacéuticos (con el PP mirando hacia otro lado, como siempre) y les obligó a vender la abortiva Píldora del Día Después (PDD).

El problema viene ahora para la nueva ministra de Sanidad, doña Leyre quien, eso sí, goza de buena salud, pero a la que se le ha dejado un páramo de iniciativas en materia progresista. Una sugerencia: Pajín puede lanzar el modelo chino, es decir, limitar por ley el número de hijos, por ejemplo a ninguno. La reducción del déficit exige esos sacrificios progresistas. 

Esto demuestra que ahora contamos con una canciller de primera división. Esperamos anhelantes sus nuevos éxitos por la paz en el mundo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com