España se desertiza. No, no me refiero al clima, al medio ambiente, me refiero a la desertización más preocupante de todas: el hombre. La población se reduce porque los inmigrantes se marchan pero, sobre todo, porque no tenemos hijos y la esperanza de vida aumenta. Y claro, la población española envejece, como envejece la relación entre clases pasivas y activas.

Y como no debemos instaurar el control de mortalidad ni obligar a los ancianos a que se suiciden prematuramente, si queremos mantener el gasto de la pensiones estamos obligados a promocionar la maternidad. Con un salario maternal, como se hace en todos los países para que la mujer no tenga que optar entre le maternidad y el trabajo... o llevar la lengua fuera. Porque si no hay niños no habrá jóvenes que trabajen para pagar las pensiones de los ancianos.

Y al mismo tiempo, para que esos jóvenes puedan accede a un puesto de trabajo, y no sean jóvenes pasivos, es necesario reducir los impuestos que graban el empleo. Pero nuestros políticos, los de izquierda y los de derechas, han cogido tal aversión a la paternidad y tal miedo a no poder pagar las pensiones que se niegan a reducir las cuotas sociales y pagar las pensiones con IVA. Asegura el secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos (en la imagen), que para un recorte de cuotas precisarían subir el IVA hasta el 29%. Pues empiece ahora mismo don Tomás, porque lo que no puede ser es que se grave el trabajo sobre el consumo.

El problema del envejecimiento es que no puede resolverse de la noche a la mañana pero es el problema económico más terrorífico al que se enfrenta, no España, sino todo Occidente.

Eulogio López

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