La Razón ha biografiado a Úrsula von der Leyen, ministra alemana de Familia, Mujer y Juventud. Hay muchas razones por las que esa señora me cae bien, pero una de ellas es porque las feministas le odian. Ustedes dirán que esa razón ya es motivo archisuficiente. De entrada, además de ministra, doña Úrsula ha perpetrado siete hijos, lo cual, estoy de acuerdo con ustedes, es muy grave.

No hay que extrañarse. A fin de cuentas, alguien dijo que las almas menos recogidas quieren que las demás se les parezcan, ya que constituyen para ellas un remordimiento continuo. Nada más cierto : no hay cosa que cabree más a una feminista que una mujer que pare como una coneja, y que, encima, es guapa, lista y triunfa de ministra. Dice La Razón que la llaman Doña Perfecta o incluso algo más grosero : La madre de toda la nación, pero no hay que preocuparse: el monstruo de los ojos verdes es muy puñetero y, además, el feminismo siempre acaba en lesbianismo. Se empieza por odiar al hombre, se continúa odiando a los niños, una carga que siempre exige compromiso, y se acaba odiando la vida misma, incluida la propia.

Pues bien, doña Úrsula se ha empeñado en apoyar desde el Estado a las familias, y en lugar de propugnar el matrimonio gay, que es el modelo de ayuda a la familia de Zapatero, propone medidas como las guarderías gratuitas o un salario público para el cónyuge que se quede a cuidar de los niños.

Esta segunda medida es mucho mejor que la de las guarderías. Las guarderías son propias del esquema victoriano, aún vigente hoy en la burguesía británica o norteamericana, donde se trataba de alejar a los niños de sus padres y hermanos y encerrarlos en cárceles denominadas escuelas o internados. La justicia social en Occidente para el siglo XXI se llama salario maternal (paternal, si lo prefieren, aunque no se engañen: durante los primeros meses de vida, el niño necesita, principalmente, de la madre, entre otras cosas por razones obvias. El Estado debe pagar un salario a toda aquella mujer que aporta a Occidente lo que Occidente más necesita: futuros contribuyentes en una sociedad radicalmente envejecida. El objetivo lógico sería pagar a la madre el salario mínimo por el primer hijo y complementos menores por el segundo, tercero, etc., hasta una edad que debería coincidir, al menos con la escolaridad obligatoria. ¿Caro? Más caras son las pensiones, y a nadie se le ocurre suprimirlas. Pero es que, además, el criterio para una prestación pública no puede ser el coste, sino la justicia y pertinencia de la misma.

Especialmente ahora, cuando la mujer se ha incorporado al mundo laboral le resulta muy complejo casar hijos y trabajo, por lo que muchas optan por lo segundo.

¿Que el salario maternal puede producir un efecto llamada de inmigrantes? ¿Y qué? ¿Quién ha dicho que la inmigración es mala? Además, se trata de que el salario maternal se generalice en toda Europa y en toda el área OCDE, como se han generalizado las pensiones, el subsidio de paro, y la sanidad y la educación para todos.

Por último, hay que recordar que si existe una discriminación de la mujer es la que ejerce la naturaleza, no el hombre ni la sociedad, a través de la maternidad. Por tanto, cualquier otra prestación pública al a mujer puede ser discutida; el salario maternal, nunca jamás. Por decirlo de otra manera: ya es hora de olvidarnos de la injusta discriminación positiva para comenzar a paliar la discriminación objetiva.

Zapatero, que es feminista, también difiere de la ministra Leyen en el capítulo de maternidad: él prefiere la Ley de Dependencia. Pero la ley de Dependencia, me cuidaré mucho de criticarla, que de ayuda hablamos, pero no deja de ser algo similar a los internados para niños: el Estado sustituye a una familia a la que el Estado esquilma económicamente, con salarios bajos impuestos altos y vivienda por las nubes. Para la ministra alemana, el Estado ayuda a la familia; en España, el Estado destruye a la familia y luego promete cuidar de los restos. La progresía es muy filantrópica.

La cuarta para del Estado del Bienestar no es la dependencia, sino la maternidad. El salario maternal es mucho más importante y mucho más urgente. Si será importante que a las feministas no les gusta.

Eulogio López