• Luchar contra el financismo o apostar por el feminismo radical.
  • Recuperar la identidad socialista o crear un tripartito con comunistas y verdes (en España y en Europa).
  • El PSOE convoca congreso extraordinario para julio y, luego, se supone que habrá elecciones primarias.
  • Como Rubalcaba se va, ese Congreso nombrará a su sucesor y las primarias -se supone- al candidato.
  • ¿O será él mismo, para no repetir la bicefalia Almunia-Borrell
  • Los votos parecen indicar la candidatura de Susana Díez como líder del PSOE.
  • Pero las candidaturas pueden multiplicarse: Carme Chacón, Eduardo Madina, Patxi López, Jáuregui y siga usted contando. 

Alfredo Pérez Rubalcaba (en la imagen) ha dimitido. En el tiempo, porque ha decidido hacerlo con la convocatoria de un Congreso extraordinario el 19 de julio -no el 18- del que saldrá un nuevo secretario general y una nueva Dirección. A partir de ahí, se supone, primarias. Aunque no se sabe, porque se habrá abierto una nueva etapa con un nuevo líder. Nadie cree que los socialistas pretendan repetir la bicefalia Almunia y Borrell, de triste recuerdo en el PSOE.

Rubalcaba se despide, eso sí, con una puñaladita a Zapatero: "Los españoles no han olvidado que la crisis empezó con un Gobierno socialista".

Los nombres que suenan son muchos. Por votos -Andalucía ha sido la única victoria clara del PSOE el 25-M- la actual presidenta de la Junta, Susana Díaz, se vislumbra como la principal candidata para la renovación del partido. Pero su experiencia en el Gobierno es corta. Ahí surgen los nombres de Carme Chacón, Emiliano García-Page, Eduardo Madina, Patxi López o el mismo Joaquín Almunia, ahora que deja la Vicepresidencia de la Comisión Europea.

Independientemente del calendario y de los nombres propios.

Y luego están las primarias. Se supone, sólo se supone, que la nueva dirección planteará unas primarias, pero eso ya depende del nuevo equipo de dirección. 

Ahora bien, la salida de Rubalcaba provoca un planteamiento más profundo sobre la identidad del PSOE. Con Zapatero, los socialistas abandonaron sus señas de identidad de izquierda -la economía y la justicia social- y se convirtieron en ultraprogres. Y ya saben lo que significa el progresismo: abajo los curas y arriba las faldas. El feminismo radical de Elena Valenciano, el lobby gay y el anticlericalismo latente de Carme Chacón o el propio Rubalcaba, se convirtieron en las señas que configuran ese nuevo socialismo. Hasta hace unos meses, ni tan siquiera hablaron de salarios bajos. Y el progresismo radical no ha parecido funcionar en las urnas.

Ahora, el sector más progre del PSOE, tanto en Europa como en España, piensa en el tripartito, en la alianza, en España y en Europa, con comunistas y verdes.

Por su parte, los partidarios de mantener las señas de identidad del socialismo clásico, que son la economía y la justicia social, tienen ya muchos años. Pero uno de ellos es Joaquín Almunia. Esa es la verdadera y más importante elección que afronta el PSOE, no las primarias.  

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com