La eurodiputada socialista Rosa Díez defendió el miércoles 27 en Intereconomía que el candidato a comisario de Justicia, Libertad y Seguridad, Rocco Buttiglione, había sido vetado porque habiendo sido responsable italiano de aplicar las directivas comunitarias en materia antiterrorista, sólo había empleado una de las doce. "Cómo nos vamos a fiar de que trabaje en la Unión un tema tan sensible cuando no lo ha hecho a nivel nacional", se preguntaba Rosa Díez.

Sin embargo, el informe de las audiencias parlamentarias no dice nada sobre la incapacidad del candidato para desempeñar correctamente sus funciones. Al contrario, la Comisión de Asuntos Jurídicos considera que "es posible desarrollar una cooperación fructífera con el candidato". El informe también añade que "los grupos PSE y Verts/ALE han expresado sus reservas sobre la capacidad del candidato para llevar a cabo una acción política positiva en materia de derechos de los ciudadanos, en particular en lo que se refiere a la lucha contra la discriminación".

Un comentario que no supone veto, pero sí una puntilla por sus convicciones católicas, por mucho que la eurodiputada española lo niegue. Y eso a pesar de que Buttiglione reiteró su compromiso por la no discriminación y expresó sus convicciones religiosas como personales.

Rosa Díez trata de quitar hierro a la "crisis" y responsabiliza en todo a caso a Durao Barroso por su falta de sensibilidad hacia el papel del Parlamento. Pero la realidad es diferente. La "inquisición laicista" se ha impuesto sobre la razón. Los Estados miembros trataron de rebajar la tensión y optaron por indicar a sus delegaciones socialdemócratas que apoyaran a la Comisión Barroso para evitar la actual crisis.

Los europarlamentarios entendieron esas llamadas como una intromisión y ahora han generado una crisis "que no sabemos dónde va a acabar", señala el portavoz popular en el Europarlamento, Gerardo Galeote. A la objeción de Buttiglione se suman ahora seis más, a la que habría que añadir a Joaquín Almunia, también discutido por los populares europeos.

Díez considera que hay espíritu de venganza  y "rencor" por parte de los populares. Pero lo que hay es una revisión en canal de todo. Ahora hay que encajar los intereses nacionales y los colores políticos en medio de una crisis institucional de dimensiones incalculables en medio de un proceso constitucional. De momento, Italia ha vuelto a insistir en su apoyo a Buttiglione y ahora deberá ser Barroso quien haga encaje de bolillos para buscar la aceptación de la Eurocámara en la búsqueda de un Ejecutivo fuerte.