El presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha anunciado que no se presentará a la reelección. Llevaba 23 años ganando elecciones. Con él e marcha el último socialita que quedaba en el PSOE, y sobre todo, el último independiente, que cuando lo creyó conveniente se enfrentó a Felipe González por la corrupción, se ha enfrentado a Zapatero por sus cesiones ante los nacionalistas, y se ha enfrentado a los progres de su partido cuando, en plena polémica por el matrimonio gay y la posibilidad de que los homosexuales adoptaran niños, aclaró su postura contraria: Me opongo porque yo no busco niños para las parejas, sino parejas para los niños. Incluso se enfrentó a Polanco, cuando denunció que lo que leía en los editoriales de El País era lo que escuchaba luego en el Comité Federal del PSOE. Polanco, Juan Luís Cebrían y Javier Pradera nuca se lo perdonaron.

Por otra parte, Ibarra siempre ha antepuesto la justicia social a la llamada política social (divorcio, aborto, etc.) tan querida al socialismo actual. En su partido, muchos han respirado con su anuncio de retirada, dado que resulta ingobernable y siempre dice lo que piensa, mientras el PP ha tenido el mal gusto de afirmar que se va para no perder las elecciones y los nacionalistas catalanes el pésimo gusto de considerarle un anticatalán. No era anticatalán, sólo antinacionalista.