Sr. Director:
Una de mis 25 nietos -3º de Infantil- le dijo el otro día a su madre: mamá, tenemos que darle muchas gracias a la yaya: ¿por qué, inquirió ella. Porque yo he nacido de tu barriga, tú has nacido de su barriga, o sea que todos hemos nacido de la barriga de la yaya.

En la sencillez de su formulación, este sorprendente descubrimiento de una mente infantil hunde sus raíces en las profundidades del misterio de la vida. Si mi madre me hubiese abortado no existirían mis siete hijos, ni los 25 nietos, ni la bisnieta que está en camino…

La humanidad busca con ahínco explotar los bienes de la tierra: petróleo, oro, diamantes…, lo que ha originado  -y sigue creando- grandes conflictos en todo el planeta. Al mismo tiempo, los hombres se empeñan -con tanto o más ardor- en cegar las minas más generosas del universo, las que dan la vida humana, sin dar opción a la madre gestante en dificultades ni, por supuesto, a la criatura concebida.

¿Hacia dónde nos llevan los políticos, los investigadores, los educadores sin escrúpulos que forman las mentes de nuestras jóvenes generaciones

Amparo Tos Boix