Sr. Director:
Soy pequeñita y no lo sé. Esta es una canción infantil de mi tiempo, que se cantaba a la vez que se saltaba a la comba; la más ágil y resistente podía llegar -cada salto, un año- a los 200 años o más.

 

Lo recordé el otro día cuando escuché al presidente del Gobierno decir la recuperación está en marcha, pero no sabemos con qué fuerza, con qué progresión, ni cuándo tendrá el vigor suficiente para crear empleo, es decir, no sabe nada, y se quedó tan campante; tal vez para él es un juego, un juego infantiloide, dirigido a un pueblo al que considera como tal, porque es capaz de aguantar sin levantar la vista el mayor porcentaje de parados en la historia de Europa. Con la misma solemnidad podría anunciar: sé que me voy a morir, pero desconozco dónde, en qué circunstancias y, sobre todo, cuándo.

La diferencia estriba en que esto último está fuera de su alcance, y lo primero es su gravísima obligación, o marcharse a su casa.

Por otro lado, resulta reconfortante que nuestro Presidente, primer espada nacional en el asesinato de bebés prenatales, a los que solo una arcaica ley considera aún no nacidos, eche mano de frases supercalifragilísticas que me retrotraen a los felices años de mi infancia.

Amparo Tos Boix