Sí, ya sé que a muchos cristianos les preocupa hasta el nombre mismo de Democracia Cristiana. No es para menos.

Como dice el viejo aforismo: los cristianos son los que corren delante de los leones, los democristianos son los que azuzan a los leones desde atrás.

Eso por no hablar de los políticos que se comportan como cristianos de cintura para arriba y como demócratas de cintura para abajo.

Sin embargo, fueron los demócrata-cristianos los que constituyeron la Unión Europea, los que llevaron a la práctica los principios no negociables de Benedicto XVI en una Europa destruida por el nazismo décadas antes de que el sumo pontífice los explicitara: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común. Y cuando la democracia cristiana abandonó esos principios, no sólo se derrumbó esta opción política: se derrumbó el ideal europeo, la UE de la solidaridad, en la que los países ricos trasferían fondos a los países pobres, no ayudaban con fondos públicos a los especuladores ni utilizaban el dinero de todos los contribuyentes para rescatar a los especuladores en los mercados financieros.

No nos engañemos: de entre los partidos que se presentaron a las recientes elecciones catalanas, sólo Familia y Vida defendía los valores no negociables de Benedicto XVI y obtuvo un 0,07% de los votos. Sin comentarios.

Por eso digo que hay que resucitar un partido demócrata-cristiano y, sobre todo, resucitar el ideal demócrata-cristiano. Sí, ya sé que UDC Unió Democrática de Catalunya- es un partido demócrata-cristiano pero con un aire ligeramente reformado.      

Hay que resucitar la democracia cristiana, no para salvar la cristiandad, sino para  restaurar la democracia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com