El resto de petroleras que trabajan en Bolivia son de la misma opinión, especialmente Petrobrás. La situación en el país es de claro riesgo de guerra civil.

La dimisión de Carlos Mesa como presidente de Bolivia va a replantear todo el negocio petrolero, y gasístico, mundial en su punto clave: las relaciones entre los gobiernos productores y las petroleras occidentales. El régimen jurídico bajo el que se regirán los hidrocarburos está en juego.

Bajo el mandato de Mesa se ha aprobado una ley de hidrocarburos que no ha contentado a nadie. No ha contentado a la oposición de izquierda, y en concreto al líder sindicalista y cocalero Evo Morales, para quien la única posibilidad consiste en nacionalizar el gas boliviano. Tampoco ha gustado a las zonas de Santa Cruz y El Alto, es decir los más preparados del país, y, desde luego, no ha gustado a las petroleras allí presentes, entre las que se cuenta la española Repsol YPF.

La ley de Hidrocarburos no llegaba la nacionalización, pero resultaba más indeseable para las petroleras que la nacionalización de Morales, dado que implantaba unos tributos que superaban el 90% de la facturación. Cuando el parlamento aprobó la norma, las petroleras penaron seriamente en abandonar el país.

Portavoces autorizados de Repsol YPF contemplan ahora el panorama con más optimismo, a pesar de que la capital de Bolivia, la Paz, continúa tomada por los campesinos. Creen en Repsol YPF que la oposición en el Gobierno se modera y que la dimisión de Mesa puede significar una salida del túnel.

Eso sí, la dimisión del hombre que se negó a emplear el Ejército contra los manifestantes, no ha calmado los ánimos. La anarquía reina en Bolivia, mientras se abren dos frentes. Por una parte, la clase política, empeñada en mantener el sistema actual y que al presidente Mesa les sustituya el presidente del Senado, Hormando Vaca, o en su defecto, el presidente del Congreso, Mario Cosío, etc, siguiendo la prelación que mandan las normas. No, lo que los manifestantes exigen es la formación de una Asamblea Constituyente, es decir, empezar desde cero.

Mientras tanto, en algunas ciudades, especialmente en las mencionadas Santa Cruz y El Alto, se forman apresuradamente Comités de Defensa Ciudadana, ante el temor a asaltos, extorsiones y saqueos, en un claro clima de guerra civil.

La riqueza de Bolivia es sobre todo gasística. Pero, eso sí, la extracción no es sencilla, dado lo abrupto del terreno.

En cualquier caso, lo más curioso es que en esta ocasión, los objetivos de las grandes multinacionales del petróleo y la extrema izquierda cocalera, por curiosa paradoja, coincidan. Y más importante será saber cuál es el modelo jurídico para que Bolivia, el país más pobre de Hispanoamérica, aproveche su espléndida riqueza natural.