La demagogia indigenista funciona igual en todos los sitios. En este momento y tras las explosivas declaraciones del ministro boliviano de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada (la empresa que no acepte nuestras condiciones, que se vaya), se repite el esquema de Hugo Chávez en Venezuela: se trata de que el Gobierno pase a controlar la mayoría (el 51%) tanto de las grandes petroleras presentes en el país como de cada uno de sus yacimientos. En el caso boliviano se trata de poseer el 51% de Andina y de cada uno de los pozos. Algo de lo que no se beneficiarán ni venezolanos ni bolivianos porque la titularidad de las empresas explotadoras no deja de ser un argumento tan nacionalista como inane, considerando que las riquezas del subsuelo son propiedad del estado.

Lo que sí es importante, tanto para los ciudadanos, como para las empresas presentes en esos países, es la fiscalidad a la que se vean sometidas las explotaciones. Sólo si Evo Morales aumenta los impuestos a las petroleras presentes en Bolivia (especialmente Total, BP y Repsol YPF) el presidente de esta última, Antonio Brufau, optaría por la salida.

Lo más gracioso de la demagogia indigenista es que muchas de las petroleras presentes en Venezuela no le pagan los impuestos a Chávez.