El adjetivo justo no existe en las relaciones empresariales, me decía uno de los ejecutivos bancarios más despabilados que conozco.

Ahora bien, si el mercado no entiende de justo o injusto, ¿cómo se pone de acuerdo para cerrar un trato ¿Sólo en base al interés mutuo ¡Venga ya! No cuela. Toda transacción comercial es un juego de suma cero. Otra cosa es que a la fuerzan ahorquen y cuando dos partes llegan a un acuerdo puede hablarse de consenso, pero no necesariamente de justicia.

Verbigracia: el caso YPF. El mercado ha celebrado como un éxito el acuerdo entre Repsol, presidida por Antonio Brufau (en la imagen), y el Gobierno Cristina Fernández sobre YPF. Pero lo cierto es que la expropiación de YPF fue un robo y que Repsol ha tenido que provisionar y cerrar un ejercicio maldito. Al final, gana el ladrón y pierde la víctima. Hay acuerdo pero no es justo.

Repsol es pequeño y bueno; Pemex es grande y malo. El matrimonio no funcionaría
Y tampoco sería justo, pero no inteligente, que ya despeñados por la ladera del hacer de la necesidad virtud, se camine ahora hacia un acercamiento, tan forzado como el pacto con YPF, entre Pemex y Repsol. Porque resulta que, a pesar de los pesares, a pesar de YPF, Repsol gana dinero mientras que Pemex ha perdido 9.270 millones de euros en 2013.

Sí, ya sé que la cuentas del Pemex son un poco especiales porque más que una empresa es un departamento del Gobierno de México. Ahora bien, la realidad es que Repsol es más pequeña que Pemex pero más rentable y que Pemex es un gigante público, ineficiente y un montón de cosas más. Y ya se sabe que los matrimonios entre grandes-malos y pequeños-buenos no suelen acabar bien.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com