El poderoso ministro Julio de Vido quiere que la familia Eskenazi comparta el control de YPF con Osvaldo Acosta y Alejandro Bulgheroni

 

Los Eskenazi se resisten. La petrolera española siempre se ha mostrado dispuesta a retroceder hasta el 51%, no más... por el momento. Es decir, manteniendo el control
Ni Latibex, ni Merval ni Wall Street. Los dos primeros son mercados estrechos para YPF, la filial argentina de Repsol. El tercero le puede venir muy grande. No, en lo que está la Casa Rosada es en otra cosa. El ministro de Planificación Julio de Vido era uno de los hombres más próximos a Néstor Kirchner pero no a Cristina Fernández. Sin embargo, tras la muerte del primero, De Vido se ha acercado a la presidenta y vuelve a ser el miembro más poderoso, y conspirador, de todo el Gobierno.

La situación en YPF es la siguiente: el grupo Petersen (familia Eskenazi) posee el 15% del capital y tiene una opción de llegar hasta el 25%. Repsol tiene el resto, y está dispuesto a reducir su participación hasta el 51%. Pues bien, De Vido pretende que dos grupos, los Bulgheroni (Pan American Energy) y Electroingeniería, presidido por Osvaldo Acosta y cuya mano derecha es Gerardo Ferreyra, compartan poder con los Eskenazi.

Es lo que De Vido llama la re-argentinización de YPF, aunque también podría clasificarse como la juliovidación, dada la cercanía del propio ministro a Electroingeniería y, muy especialmente a Ferreyra, antiguo militante de la ultraizquierda peronista, de donde proceden los Kirchner. Los Bulgheroni son más independientes y tienen más dinero que Osvaldo Acosta, cuya Electro Ingeniería no deja de ser una empresa para-estatal.

En cualquier caso, Antonio Brufau siempre se ha mostrado dispuesto a ceder parte del capital de YPF mientras mantenga el control, es decir, el 51%. Al menos, hasta que se desarrollen otros yacimientos. Por tanto, el plan De Vido debería ponerse como meta el 49% del capital de YPF. Los que no están dispuestos a aceptar la entrada de nuevos socios locales son, preciamente, los Eskenazi, que están muy cómodos como están. Ahora bien, si la Casa Rosada se empeña puede ponérselo realmente difícil.

Eulogio López

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