• Y Sacyr insiste en romper el acuerdo, porque el famoso bufete no ató bien los cabos y no ha lugar a indemnización.
  • Suárez Copell en la cuerda floja: no dimitirá mientras no se le asegure que no será demandado.
  • Jordy Herrera, secretario de Energía de México, ordena a Copell que normalice relaciones con Repsol.
  • Como medida de presión, deberá informar al legislativo mexicano sobre la operación.
  • Mientras, Carceller y Abelló tenían la situación controlada en Sacyr.

El abogado de Petróleos de México (PEMEX) en España encargado de la operación Repsol es Emilio Cuatrecasas, que no deja de ser el mismo que ha resultado imputado por fraude en IVA, IRPF y Sociedades.

Fue el prestigioso bufete catalán quien pactó con Luis del Rivero la sindicación de acciones de Repsol -hasta la frontera del 30%- entre la constructora y la petrolera mexicana. Con la intención de echar a Antonio Brufau de la Presidencia y que PEMEX se hiciera con el control de la petrolera española.

Pero salió mal. Al final, Sacyr no logró refinanciar su deuda y Repsol compró un 10% de autocartera, mientras la constructora, ya presidida por Manuel Manrique, exigía la ruptura del pacto con PEMEX.

Ahí se planta el director de la petrolera Suárez Copell pero sus amenazas de demanda caen en saco roto por dos razones. El prestigioso bufete catalán no ató bien los cabos sobre indemnizaciones en caso de ruptura unilateral. Y encima, ahora, el abogado Emilio Cuatrecasas es imputado por fraude en IVA, IRPF e impuesto de sociedades, por un monto de 3,8 millones euros.

Las desgracias de Coppel no acaban ahí. El nuevo presidente de PEMEX, que no es otro que el ministro de Energía del Gobierno Calderón, Jordy Herrera, ha ordenado a Coppel que normalice las relaciones con Repsol. Y, por si fuera poco, el Congreso del país norteamericano ha exigido un informe a Coppel sobre la operación, porque sus Señorías quieren saber cuánto le ha costado a la empresa estatal la aventura de Repsol.

Ahora bien, Suárez Coppel no piensa dimitir hasta que no se le asegure que no habrá demandas contra él por la opa 'sindicada' contra Brufau, una garantía difícil de otorgar.

Y en el entretanto, Demetrio Carceller y Juan Abelló, los nuevos dueños de Sacyr, tensan el ambiente en la constructora. Manuel Manrique está un poco harto de las instrucciones imposibles de los dos accionistas con mando en plaza tras la salida de Luis del Rivero. Porque la operación Repsol salvó a Sacyr, sí, pero a costa de ampliar la agonía e incrementar la deuda relativa de la constructora. Sacyr no está hoy mejor, sino peor, aunque haya logrado salvar el cuello. Y Manrique comienza a hartarse de presiones.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com