La única salida que se ve viable es la de que alguien, incluso el propio Repsol, comprara Sacyr y, a continuación, rematar la faena con una fusión Repsol-Gas Natural-Unión Fenosa. Eso sí, Botín presiona a Sacyr para que venda su 20% a Lukoil. El cántabro se ha convertido en el mayor deslocalizador de empresas de España. Del Rivero insiste en que la SEPI adquiera su 20% a 30 euros, y Sebastián le apoya. Toda la prensa, contra la venta a los rusos

A media que pasan las horas la operación Lukoil se desinfla. Demasiada oposición como para que el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, no se tome en serio una rectificación. Y lo mismo le ocurre a La Caixa. Ahora bien, la única solución que se plantea factible es la de que alguien, o el propio Repsol, comprara Sacyr, aunque ello supusiera asumir una deuda de más de 18.000 millones de euros e ir luego a una fusión Repsol-Gas Natural-Unión Fenosa.
Pero el Banco Santander camina por otra vía. El problema de don Emilio Botín es que es el banquero de todos los españoles. Ya lo dice el eslogan de su última campaña: Queremos ser tu banco. Y, al parecer, lo está consiguiendo, pero él no hablaba de ser el banco de todos los promotores inmobiliarios, que eso resulta muy molesto.

Ahora tras enajenar AUNA, el segundo operador integrado de España, Unión Fenosa, la tercera eléctrica española, Cepsa, la segunda petrolera del país, así como participaciones de referencia en otras firmas como Ebro-Puleva o las participadas de Banesto (Asturiana de Zinc y compañía).

Luego, cuando ya no le quedaban empresas que vender, se ha dedicado a financiar compras apalancadas con la garantía de las acciones de las propias compañías adquiridas: casos de ACS con Fenosa, de Acciona con Endesa y de Sacyr con Repsol.

Pues bien, ahora Botín quiere cobrar y, como la españolidad de Repsol más bien le importa poco, exige que la operación se lleve a efecto. Lo mismo hace con Los Entrecanales en Endesa, aunque esto le preocupa menos, porque tienen asegurados 40 euros por acción, y con ACS, cuya asfixia financiera le obligó a vender Fenosa a Gas Natural y que, además, sufre otra asfixia por su entrada hostil en Iberdrola.

Pero ahora lo que más preocupa es Sacyr. Su principal prestamista quiere que se cierre la operación Lukoil para que pague los créditos que tiene contraído con él.

Ocurre que en Moncloa y en la calle Ferraz, sede del PSOE, andan más que preocupados por el caso Repsol, que el PP lo está aprovechando a fondo. Toda la prensa se ha echado encima de Zapatero -salvo RTVE claro está, pero incluyendo a PRISA- con el hecho de que la primera petrolera española acabe en manos de la mafia rusa. Un detalle: la compañía se vio obligada hoy a desmentir un artículo de Casimiro García Abadillo  en El Mundo, donde se hablaba de que el propio presidente de la petrolera, Antonio Brufau, había negociado en el pasado la entrad de Lukoil. Brufau ha matizado que se desechó precisamente la entra y que, además, se trataba de un intercambio. Es evidente que el Gobierno está asustado y presiona a todas las partes, sobre todo a Repsol y La Caixa, para que no se lleve a efecto. Ahora bien, el ministro de Industria, Sebastián, insiste en defender a su amigo Luis del Rivero... y cualquier cosa pude pasar.

Eso sí, el presidente de Sacyr insiste en que la solución sería que la SEPI comprara su participación, no la de La Caixa, ni de La Caixa Catalunya ni la de Mutua Madrileña, y a un precio de 30 euros por acción, no a los 27 euros que se le pide a Lukoil. Para Moncloa, eso sería redoblar el escándalo. Cuando el titular de Industria, Miguel Sebastián lo propuso en el Consejo de Ministros el vicepresidente Pedro Solbes se le echó encima.

Y en el entretanto toda la prensa pone a ZP contra las cuerdas. La otra solución es imponerle a Sacyr su mantenimiento en Repsol y ayudarle con obra pública y con la venta de otras participaciones, por ejemplo, Itínere.

Mientras, Botín aprieta y, si puede, ahoga.