En la mañana del miércoles Repsol ha firmado un acuerdo con el ente vasco de Energía sobre vehículos eléctricos.

La cuestión es la siguiente: en el coche eléctrico nadie confía pero todos toman posturas. Porque las subvenciones públicas son importantes. La batalla de ahora mismo se libra en los sistemas de recarga de combustible del nuevo automóvil. Las petroleras optan por las electrolineras. En honor a la verdad hay que decir que para algo tiene su red de gasolineras y pretenden que no se hunda. Las eléctricas, por contra, apuran la recarga casera con enchufe en el garaje particular, algo parecido a la recarga del móvil. Al final, lo lógico es que convivieran ambos sistemas, el uno para trayectos urbanos y el otro para viajes largos. Por centrarlo en dos empresas: Repsol frente a Iberdrola.

Eso sí, llama la atención el relativo abandono del autogas, un combustible que apenas exige adaptación en las actuales estaciones de servicio y que resulta menos contaminante que la gasolina o el gasóleo.  

En cualquier caso, esta batalla se produce como siempre, cuando la libre competencia se falsea con subvenciones públicas. No se puede gestionar pensando en  la subvención pública por muy verde que sea el objetivo.

Eulogio López

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