Murió Juan Pablo II en sábado, pero dentro del espacio litúrgico dedicado a la Divina Misericordia (las fiestas litúrgicas comienzan el día anterior), y sobre misericordia habló en su último mensaje. Una Misericordia Divina al alcance de todos, que sólo exige un requisito por parte del hombre: pedir perdón.

Y murió en vísperas del Día del Niño por Nacer, ese nuevo invento de la Iglesia ante la Cultura de la Muerte, que se celebra nueve meses antes e Navidad. Ocurre que este año el 25 de marzo era Viernes Santo, y se ha dejado pasar la Octava de Pascua, para que el 4 de abril se convirtiera en la Anunciación, jornada del Niño Por Nacer.

Digo esto por dos razones: porque la Iglesia de Juan Pablo II tiene especial interés en refrendar la Humanae Vitae de Pablo VI: la persona, la vida humana, comienza con la concepción. Una idea sencilla y enorme... que el Imperio de la Muerte lleva lustros negando. Y en esa línea parece existir un empeño en reescribir la biografía de Juan Pablo II, cuando aún no le han enterrado. Así, se presenta a Juan Pablo II como el Papa del diálogo y el pluralismo. Y no es así. Juan Pablo II era un defensor de la vida del más débil, especialmente de niños y ancianos, y se hartó de calificar al no nacido como la persona más indefensa de todas. Juan Pablo II era un defensor del respeto a todas las personas, pero también a la familia,  a la única familia existente, que es la familia natural. Y era, también, un hombre muy comprometido con la justicia social, que es mucho más que diálogo social, dado que, por lo general, el rico sólo afloja el bolsillo cuando se le obliga a compartir. Teología del cuerpo y teología social: esa fueron sus dos grandes realizaciones doctrinales y filosóficas.

Un líder espiritual, suspira Javier Solana, un personaje que de buena gana correría a gorrazos a todos los curas que en el mundo han sido. Pues sí, supongo que es un líder espiritual, pero también un personaje que sabía que no hay paz exterior sin paz interior, que reprochó una y otra vez que no se puede hablar de un régimen de libertades si no se respeta la libertad religiosa, y que no ha tenido el menor empacho en canonizar ,a título de mártires de la fe, a muchos españoles asesinados durante la II República y la trágica guerra civil por el hecho de creer en Dios... por el muy democrático régimen del a II República. Al mismo tiempo, condenó con denuedo la Guerra de Iraq y la actitud belicista de George Bush, pero su modelo de un mundo pacifico era aquel en el que Cristo reinara en todos los corazones.

Entonces ¿Por qué se miente? Pues muy sencillo, porque hay que reinventar a Juan Pablo II. La progresía no puede enfrentarse directamente a él y a su obra (al menos durante un tiempo) porque Juan Pablo II no sólo ha sido el líder del siglo XX, sino el líder más querido del siglo XX y comienzos del XXI. Sería suicida comenzar a masacrarle ahora. No, lo que hay que hacer es reinventar su figura y sus palabras, hasta convertirle en algo inane e incluso, con el tiempo, atacar la caricatura, que siempre resulta mucho más sencillo que al personaje de carne y hueso. Vienen días vendrán en que se procederá a una revisión mentirosa de su historial. Por el momento, la progresía y la new age, las dos fuerzas en liza contra la cristiandad, mantienen el mismo tópic ¡Qué grande era el muerto!, pero eso sólo durará un par de semanas

 Eulogio López