Plantea Mariano Rajoy que sea alcalde el que gane las elecciones aunque sea por un voto. Y también propone reducir el número de aforados, que en España son legión.

No está mal, pero con eso no se termina con la corrupción. Con la corrupción se termina cuando nos carguemos a los políticos profesionales  -la política no es una profesión sino un servicio-, es decir, cuando limitamos el mandato de los políticos a unos años determinados. Hablo del presidente del Gobierno y los ministros, ciertamente, pero también de los diputados, los senadores, los presidentes autonómicos, los alcaldes de grandes capitales, etc. Máximo, dos mandatos.

Porque, insisto, si el poder absoluto corrompe absolutamente, el poder permanente corrompe de forma permanente. Los políticos tienen que saber que tienen fecha de caducidad. Si no, se corrompen, porque les invade la sensación de impunidad. ¿Cuántos años lleva Rajoy viviendo de la política ¿Cuántos Rubalcaba

Así que si realmente quieren regenerar la vida política española el asunto es sencillo: limitación de mandatos. Porque la casta política tiende a eternizarse y los que aspiran a convertirse en casta política, buscan eternizarse. Sólo me fiaré de un político cuando me asegure que tiene fecha de caducidad y que, terminado su tiempo de servicio al público, deberá volver a ganarse los garbanzos con su profesión, como cualquier hijo de vecino.

Eulogio López

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