• Y por supuesto, no se subirán los salarios bajos. España seguirá siendo un país con sueldos de subsistencia.
  • Y es que Montoro y Guindos se resisten a subir el IVA. Rajoy no se atreve a romper con el principio de causalidad.
  • Eso sí, lanzará un contrato indefinido con despido pactado de antemano.
  • El Gobierno quiere unir la reforma laboral a las reducciones del impuesto de sociedades para autónomos y pymes.
En la patronal CEOE se temen que el Gobierno no reduzca los impuestos laborales, mientras los sindicatos sospechan que el grueso de la reforma que prepara la ministra de Trabajo, Fátima Báñez (en la imagen), se centre, sobre todo, en la negociación laboral, es decir, allí donde sientan sus reales.
Y ambos tienen razón. La parte fundamental de una reforma laboral consiste en reducir los impuestos laborales, sobre todo las cuotas sociales, para que el empresario pierda el miedo a crear empleo.
Naturalmente, las cuotas financian tanto las pensiones como la prestación por desempleo, y el Gobierno Rajoy se resiste a reducir el periodo de subsidio. Por tanto, si reduces las cuotas, clave para la creación de empleo, debes financiar esas prestaciones con un incremento del IVA, y eso es algo que, por el momento, Mariano Rajoy se resiste a aceptar. Los titulares de Economía y Hacienda, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, tampoco lo consideran adecuado. Además, podrían necesitar esa negada subida de impuestos indirectos para cuadrar las cuentas públicas... que siguen sin cuadrar.
Rajoy tampoco se atreve a romper con el principio de causalidad en el despido, lo que permitiría las desjudicialización del despido laboral. Eso sí, aboga por un contrato indefinido con indemnización pactada de antemano (en parte ya existe).
El problema es que, con esos mimbres, la reforma puede quedarse en reformita, al estilo de las del ejecutivo Zapatero. Ora cosa sería que el Partido Popular se lanzara una reforma en profundidad, flexibilizando el mercado laboral en todos u ámbitos, pero otorgando a cambio a los sindicatos la subida del salario mínimo, una subida sustancial. Pero eso no entra en algunas cabezas. De hecho, el PP ya ha congelado el salario mínimo para 2012, a pesar de estar en los 614 euros, es decir, la mitad que el salario mínimo francés.
Donde el PP va a hacer hincapié es el proceso de negociación colectiva: contrato de empresa, ultra-actividad, etc. Es lo que más duele a los sindicatos –curiosamente más que los bajos salarios- porque ahí es donde radica su poder.
Con todo, el Ejecutivo Rajoy, que necesita que la reforma se convierta en un revulsivo nacional intentará unir este decreto con sus promesas electorales de reducción del impuesto de sociedades para autónomos y pymes. Es decir, no se reducen los impuestos laboral pero sí la carga sobre el beneficio, Ahora bien, su promesa electoral se cifra en cinco puntos y, con eso, no salimos de pobres.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com