El secretario general del PSOE ha calificado al ministro de Educación, José Ignacio Wert (en la imagen), de "monaguillo obediente". Dice la progresía de izquierda que la derecha ha elaborado una reforma educativa al dictado de los obispos lo cual me extraña mucho porque, si así fuera, no habría salido esta ley, sino otra bien distinta.

Pero lo curioso es que el padre del señor Rubalcaba era conocido como el "obispillo" en su ámbito laboral (el aeronáutico). Es más, los primeros pasos de don Alfredo hijo en material educativa -su primera especialidad política- los dio en el sector de la enseñanza, con espléndidas relaciones con la CECE de aquél entonces. El hijo del "obispillo" insulta a Wert con el apelativo de "monaguillo". De casta le viene al galgo.

Para entendernos. Lo bueno de la reforma Wert es que potencia la asignatura de religión. ¿Y eso es como para que los cristianos demos botes de alegría? Pues hombre, no mucho. Cualquiera que esté metido en el ajo y sepa en qué se ha convertido la enseñanza de cristianismo en la escuela, le dará un aprobado a la ley, sólo eso. Pero eso no es culpa ni del monaguillo ni del obispillo. Y cualquiera que conozca al ministro Wert sabe que pertenece a la derecha pagana, no a la derecha cristiana.

Lo otro, lo del catalán, es secundario. Más importante sería la instauración del cheque escolar, que es la única forma real para garantizar la libertad de enseñanza de los padres.

Y lo 'otro bueno' en la reforma Wert son la reválidas, siempre que sean reválidas serias. Porque lo que estamos fabricando en las escuelas es una legión de perezosos indocumentados.

Por lo demás, el sistema de financiación de la enseñanza sigue pendiente, la gran mentira de la progresía de izquierdas es que defiende a los funcionarios y a los sindicatos de la enseñanza, bajo el bello nombre de escuela pública. Lo cierto es que la escuela privada, especialmente de la religiosa, es la que más barata le sale al Estado y lo cierto es que todo el mundo quiere llevar a sus hijos a los privados concertados y no a la escuela pública. Ahora bien, ese sistema no se toca y la izquierda progre miente con descaro en defensa, no de la enseñanza pública, sino de sus salarios y de su vagancia. Como el obispillo.

Eulogio López

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