Sr. Director: 
A todos nos embarga gran pena por la catástrofe del Alvia en Galicia. Las causas deben inspeccionarse para que no se repitan; pero lo cierto es que el hombre no ha podido ni podrá controlarlo todo.

Hay gente que cree que no necesita a Dios, y sólo cree en el progreso tecnológico y la Ciencia. Gran equivocación, y lo fue siempre que el hombre se olvidó de Dios y puso, en su lugar, a "diosecillos". Recuerdo el dicho: "Dios sobre todo". Se blasfemó cuando el Titánic; la compañía que construyó el barco, dijo: "Ni Dios mismo podría hundir este barco". 
Supongo que a nadie se le habrá ocurrido algo semejante sobre el tren de Alta velocidad; pero yo que, por circunstancias, viajo bastante en el Ave, he oído comentar demasiado su seguridad. Observo que apenas hay quien haga la señal de la cruz, una cosa antes natural al emprender un viaje.

Unos piensan que no necesitan a Dios, o no creen en Él; otros se avergüenzan de manifestar su fe en público, o no le aman; no se ve el agradecimiento al autor de la inteligencia humana, en cuyas manos debemos ponernos  y confiar en Él en la vida y en la muerte (no es el final del camino). Una viajera del Alvia siniestrado, llevaba la concha de Santiago como signo de protección; ilesa, contaba maravillas. Yo he vuelto a viajar tranquila: siempre me encomiendo a Nuestra Señora de los Ángeles.

Josefa Morales de Santiago