A las puertas del hospital de la Princesa, en pleno centro de Madrid. Miércoles 13, 11.00 de la mañana. La señora entra en el centro y le sale al paso una joven, una chica convenientemente uniformada de enfermera, que le pide su firma a favor de la sanidad pública. Casualmente, el documento no sólo apoyaba a la sanidad pública, sino, pasando de lo genérico a lo concreto, al ya famoso doctor Montes, responsable del servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa, actualmente expedientado por la presunta sobre-sedación de pacientes a los que, de esta forma, habría provocado la muerte de forma prematura. Para que quedara claro, la enfermera peticionaria, advertía a los pacientes que el Partido Popular, que gobierna la Comunidad de Madrid, pretendía privatizar la sanidad, en concreto los servicios paliativos, a pesar de que el Gobierno Aguirre lo ha negado una y otra vez, y que sólo la oposición política, PSOE e IU, insisten en la misma tesis.

La señora le responde que ella está tan a favor de la sanidad pública que acude a dicho centro de forma habitual, pero que no está dispuesta a, uniendo churras con merinas, apoyar un doctor que calificó de asesino. En ese momento, pasa a su lado un parapléjico en una silla de ruedas, y la señora le señala mientras replica a la enfermera:

-¿Qué hacemos con éste? ¿También lo sedamos?

El caso del doctor Montes comienza provocar más de un incidente en la sanidad.