Un piloto español presentó su instancia de trabajo en una compañía aérea de Malasia. Sus muchos años de experiencia le permitieron pasar todas las pruebas técnicas, profesionales y médicas.

Le quedaba la última, la entrevista personal. En ese momento se le preguntó si era cristiano, y respondió que sí, que profesaba la religión católica. Hubo una segunda pregunta: ¿Pero es usted practicante? Sí, aseguró, soy practicante y voy a misa los domingos. De inmediato, se le comunicó que no le iban a aceptar y se le explicó por qué: por católico. Si no fuera practicante, se podía haber estudiado el caso, pero un tío que acude a la eucaristía cada domingo es un provocador.

Hablo de Malasia, un país presuntamente democrático -quiero decir que celebra elecciones, no más- cada vez más islamizado, es decir, cada vez menos democrático. En cualquier caso, no hablo de Irán o de la dictadura saudí. Hablo de Malasia, que tiene mucha mejor prensa en Occidente, a pesar de las bestialidades de Gobierno.

En cualquier caso, la distinción entre cristiano practicante y no practicante, recuerda la doctrina de Lenin, un gángster muy inteligente, cuando aconsejaba a los suyos que eliminaran a los curas. Pero ojo, no a todos los curas. Por el contrario, los malos curas, los que hoy llamaríamos progresistas, no había que tocarlos. Eran aliados de la revolución y había que mantenerlo en vida y tratarlo con todo mimo.

Volvamos a Malasia: ¿se imaginan ustedes lo que hubiese ocurrido si eso mismo lo hace Iberia con un piloto mahometano? ¿Qué habría dicho la prensa zapateril?

En el entretanto, sin esperar reciprocidad, Minuto digital nos cuenta que en Bélgica las iglesias se convierten en mezquitas, en Nueva York el destacado miembro del Nuevo Orden Mundial (NOM), el multimillonario Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, creador de la agencia financiera del mismo nombre, alienta la construcción de una mezquita en la Zona Cero, para alentar la convivencia entre credos.

Los alemanes, menos mal, han cerrado una mezquita relacionada con el 11-S, pero sólo por eso, que conste. En Ceuta y Melilla, son habituales los ataques islámicos contra iglesias católicas, mientras el Gobierno Zapatero mira hacia otro lado e insiste en la Alianza de Civilizaciones, un toma y daca entre el Cristianismo y el Islam: el Islam toma y los cristianos dan.

Es cierto que el Islam, triste herejía del cristianismo en la que está prohibido llamar Padre a Dios, no es el culpable. Los culpables somos los occidentales que, sencillamente, hemos abdicado de nuestras creencias. El enemigo de la Iglesia no es el Islam, sino los gobiernos presuntamente cristianos de Occidente. Y la batalla la están ganando los musulmanes por dos razones:

1. Tienen hijos y nosotros no. Deberíamos aprender de los judíos, muy conscientes de que su principal problema no es el islamismo radical sino el hecho de que el número de hebreos en el mundo ha bajado de 15 a 13,5 millones. Es decir, su principal problema es interno: se llama natalidad.

2. Creen en algo y la moda en Occidente es no creer en nada.

Ahora bien, tampoco pasaría nada porque, por vergüenza torera -salvo en Cataluña, claro, donde ese tipo de vergüenza ha sido prohibida- Occidente exigiera reciprocidad al mundo islámico: si quieren ustedes que les acojamos, respeten nuestra libertad religiosa en sus países. ¿Parece justo, no?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com