El diputado independentista del CUP, David Fernández (en la imagen), será conocido a partir de ahora como el diputado de la alpargata. Es el héroe del día. Amenazó a Rodrigo Rato, que comparecía (y compadecía) en el parlamento catalán sin tener ninguna obligación de hacerlo.

Le acusó, aunque su discurso no es precisamente el del gran Crisóstomo, de haber matado a 150.000 iraquíes y de empobrecer a unos cuantos millones de españoles, éstos últimos sin identificar número, porque los españoles son menos importantes que los iraquíes para un independentista catalán. Pero, en cualquier caso, un montón de ellos.    

Reacciones a numerito. Oigo en los desayunos de RTVE a Anabel Díaz (El País) que "cada uno interpreta las protestas como quiere". Pues no, Anabel Díaz. Las protestas, y más de un diputado, tienen que formularse contra la injusticia y deben ser racionales.

David Fernández, de profesión librepensador independentista, no resultó ni justo ni razonable con Rato: se comportó como un majadero integral y peligroso. Sí, también peligroso, porque no formuló una pregunta sino que ejecutó una amenaza: amenazaba a Rato con que 'alguien' podría romperle la crisma por haber pertenecido al malévolo Gobierno de Aznar.

La propuesta no es razonable porque poseo indicios de que Rato no mató a los 150.000 de Iraq, él solito. España no participó en la guerra de Iraq, sino en la postguerra. Y por ello pagó con 191 víctimas civiles la mala uva del fanatismo islámico. Y lo digo yo, que considero un error por parte de Aznar su apoyo a George Bush en una guerra injusta (lo de ilegal me importa menos). 

Asimismo, no es justa porque Rato -precisamente el único ministro de Aznar que se opuso a la guerra de Irak, aunque atendió a la obediencia debida.

Tampoco empobreció el país sino que Rato fue el ministro de Economía más exitoso de toda la democracia, a pesar de sus errores, que los tuvo.

Por último, Rato no fue el culpable del desastre de Bankia ni de las pérdidas de los inversores que acudieron a la salida a bolsa. De hecho, nadie obligó a los inversores a invertir. Además, cuando uno arriesga en bolsa -un auténtico casino- a veces gana y a veces pierde. De hecho, Rato no metió la mano en la caja. Si acaso, puede acusársele de capitanear una misión imposible, para convertirse en un gran banquero de la noche a la mañana.  

Conclusión: no me preocupa el majadero del CUP. Me preocupa la gente como Anabel Díaz. Porque si reaccionamos de esta guisa ante la majadería, como expresión de la libertad en la protesta, entonces es cuando yo me echo a temblar.  

Eulogio López

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