Espléndido pitorreo el de un de las propuestas del Partido Popular para la elecciones municipales. Presidía Mariano Rajoy, pero el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, no se despegaba de él. Quizás porque, la medida estrella en materia fiscal consistía en la reducción de un "hasta" (los "hastas" son fundamentales en política) del 50% en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), el gravamen municipal más sangrante. Primero porque grava el patrimonio, no la renta, y como todo impuesto sobre el patrimonio resulta especialmente injusto: el contribuyente ya pagó por conseguir lo que tiene y ahora paga simplemente por lo que tiene. En segundo lugar porque es el más fuete de todos los impuestos municipales.

Ahora bien, lo que llama la atención es que Gallardón ni se inmutara cuando se anunciaba la medida, dado que él ha sido quien ha subido el IBI un 40% de media en una legislatura. Eso sí, lo ha hecho para financiar unas obras tan faraónicas como innecesarias para los madrileños. Muy necesarias para él, ciertamente, porque no se llega a la Presidencia del Gobierno sin llamar la atención, pero muy molestas para el resto de los madrileños… además de endeudar a la Corporación, es decir, a los madrileños, por medio siglo. Madrid es hoy la ciudad con mayor deuda per capita de toda la Unión Europea.

Así que no está mal: el PP promete ahora rebajar lo que Gallardón ha subido. Por cierto, Rodrigo Rato ya criticó el subidón de impuestos en Madrid, cuando Gallardón ya era alcalde y Rato todavía vicepresidente económico. Eso sí, en aquel momento se vio obligado a callar por orden de Aznar: la señora Aznar había sido fichada por Gallardón para iniciar su carrera política.