La flauta puede haber sonado por casualidad, pero uno diría, con profundo temor a equivocarse, que el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha dado en el clavo. Por un momento, el centro-reformismo, es decir, la nada, se ha alejado de su mente y ha formulado algo sensato y, aún más increíble, ha tomado la iniciativa en lo referente al Estatuto catalán. En concreto, Quizás haya sido un vuelo intelectual, quizás la presión de los acontecimientos, quizás la combinación de ambos elementos, pero lo cierto es que mariano rajoy ha dicho que quiere oír la opinión de todos los españoles acerca del proyecto de III Estatuto catalán.

Retrocedamos: la amenaza preferida de los nacionalistas, sean vascos, catalanes o gallegos, es convocar un referéndum de autodeterminación. Es lo más temido de su argumentario y se supone que lo más definitivo. En cuanto se escucha el menor asomo de planteamiento en este sentido surgen las teorías centralistas más peregrinas para enfrentarse a tamaña posibilidad: que si el referéndum debe organizarlo el Gobierno central, que si es anticonstitucional, que si

Pues no, la verdadera razón es la que hemos predicado en estas pantallas que ahora, qué cosas, asume Rajoy, es que el gallego Rajoy puede aducir que Cataluña es tan suya como de d. Pasqual Maragall. Y lo mismo podría decir, y debería decir, el señor Rodríguez Ibarra, del País Vasco : que es tan suyo como de Juan José Ibarretxe, tras tantos años de historia en común.

¿Quieren que dilucidemos la independencia de Cataluña o Euskadi por motivos democráticos? Pues bien, que en sendos referenda de autodeterminación voten todos los españoles. Es lo lógico.

Por eso, cuando Maragall advierte que los catalanes sentimos por Cataluña lo mismos que ellos (los españoles) sienten por España, hay que responderle que el sentimiento es mutuo : muchos españoles sienten como algo suyo tanto a Euskadi como a Cataluña.

Ahora bien, el asunto es peligroso : si Rajoy empieza a emplear el sentido común en lugar de los mohines centro-reformistas (caracterizados por el único principio del centro reformismo : mi opinión será aquélla que me mantenga a flote el mayor tiempo posible), entones la revolución en el principal partido de la oposición convertiría al Katrina en una pequeña ventolera.

Además, las palabras de Rajoy pronunciadas en la mañana del sábado- son como un jarro de agua fría sobre la técnica de su contrincante, Zapatero, más conocido como la lógica del círculo cuadrado: España es una nación, pero Cataluña también. El hecho de que una nación esté dentro de otra nación no importa demasiado, dado que la palabra nación no es más que eso, una palabra. Es más, para ser exactos, nada importa, salvo que Zapatero se mantenga en la Moncloa, un lugar de residencia tan agradable como cualquier otro.

Sepan ustedes que la frase más escuchada estos días tanto entre la clase política como en la mayoría de Cataluña es esta: Estic fins els collons de l'Estatut. Frase que no sólo emplean diputados y periodistas madrileños sino una buena representación de los catalanes de a pie. Porque ¿saben una cosa? Aunque el 90% de los diputados del Parlament haya aprobado el Estatut, al 90% de los catalanes les importa un bledo el Estatut. Es decir, que estamos hablando del fenómeno más curioso de las democracias actuales: el total divorcio entre la clase política y sus votantes. No me extraña que todo el mundo esté fins els collons de lEstatut.

Eulogio López