Esta ha sido la semana en la que Mariano Rajoy, afiliado al diario El Mundo, se ha definido. Ya era hora, ciertamente, de que quien según las encuestas será el próximo presidente del Gobierno, nos contara a sus presuntos votantes mayoritarios qué es lo que piensa hacer cuando llegue al Gobierno.

Lo que ocurre es que su definición me gusta más bien tirando a poco, especialmente en materia de valores no negociables. Es el vivo reflejo de una derecha progre-capitalista y pagana.

Ejemplos. Los medios informativos próximos al PP aseguran que las asociaciones provida están encantadas con la promesa marianista de que derogará la ley del aborto de 2010. Pero como ya he dicho, la ley de 1985 es aún peor que la de Bibiana Aído, al menos en la práctica. Es verdad que la nueva norma convierte el aborto en un derecho, pero con el espíritu de la de 1985, de despenalización, hemos conseguido 112.000 infanticidios anuales, y ambas constituyen, en suma, un coladero para desaprensivas. Un católico no puede, por tanto, votar en conciencia al Partido Popular porque se trata de un partido abortero. Rajoy, en lugar de romper con su pasado y defender la vida, se dedica a aplaudir a Felipe González y a silbar a Zapatero, pero, en materia de derecho a la vida, tanto monta monta tanto, Felipe como ZP. Y, por supuesto, ni una palabra sobre la utilización de decenas de miles de embriones humanos como cobayas de laboratorio o sobre la píldora del día después, el mejor instrumento del mercado de la muerte y de la sodomización mental de nuestra juventud. Y ni una palabra sobre la injusta ideología de género, que con tanto entusiasmo ha abrazado el PP para hacerse el moderno.

De la familia puede decirse algo parecido. Rajoy se escuda en el Tribunal Constitucional. Pues vamos bien... Naturalmente, de ayudas a la familia no se habla.

Pero hay más. Educación: no queda claro qué va a revisar sobre Educación por la Ciudadanía pero el problema escolar no sólo consiste en esta estúpida disciplina de ZP. El principio de la libertad de enseñanza va mucho más allá y la clave de la política educativa es el cheque escolar... que don Mariano ni menciona. Encima, asegura que la clave está en la escuela pública. No digas tonterías Mariano. La clave radica en la acogotada, por el Gobierno y los sindicatos, escuela privada y en la deserción de la escuela católica de su ideario, que no logra resistir el acoso del Gobierno y de la progresía.

Ley electoral: Rajoy asegura, como el PSOE, que no quiere cambiarla. Por supuesto, es una ley que beneficia a los dos partidos mayoritarios -PSOE y PP- y  los nacionalistas, en tanto que son mayoritarios en sus circunscripciones. Pues mire usted, si no reforma esa norma no habrá regeneración política. Encima, Rajoy defiende lo suyo, y se ha lanzado a un encuentro de la clase política española, bastante corrupta y, sobre todo, un clan oligárquico que cierra el paso a cualquier otra opción distinta. No esperemos de don Mariano una batalla contra la corrupción y contra el sectarismo del oligopolio de poder.

Cuatro principios no negociables: el bien común. Me gustan algunas de laa cuestiones que plantea, como al reducción de impuestos a las pymes. De los particulares me lo fía para largo y, en resumen, no concreta cuál sería su política fiscal y de rentas, es decir, su política económica, la que mira al bien común de los ciudadanos.

No sólo eso, sino que el marianismo ni se plantea subidas salariales en un país donde se cobra poco y el empleo se dispara. Especialmente, cobran poco los jóvenes, que soportan una tasa de paro superior al 40%. Ayuda a la formación de nuevos hogares y a la maternidad, así como al acceso a la vivienda, ni una.

Que no, que un cristiano no puede votar al PP, al menos no puede votarle en conciencia. El objetivo es la Iglesia no es echar a ZP del Gobierno para que se instale don Mariano. Yo también brindaré con cava cuando mandemos al retiro a este desastre con patas que nos gobierna pero no quiero posibilitar con mi voto otro desastre. No quiero pasar del relativismo zapateril a la tibieza de la derecha pagana, es decir, del PP.

Hay otras opciones que sí recogen los valores no negociables, sagrados para un católico. Y aunque no las hubiera el objetivo del cristianismo no es ganar elecciones sino ser coherentes con la doctrina cristiana. Mi lema es: de derrota en derrota hasta la victoria final.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com