• Su sociedad patrimonial posee el 70% de la inmobiliaria. Es decir, su activo vale cero. Sin embargo, debe 300 millones de euros a los bancos y otros 120 millones a sus acreedores.
  • Inveryal es propiedad de Rafael Santamaría y de su esposa.
  • Todo un ejemplo del modo de hacer de muchos empresarios durante los años de bonanza: empresarios endeudados que controlan empresas endeudadas.

Reyal Urbis, a instancias de la banca, ha solicitado concurso de acreedores con un pasivo que roza los 4.000 millones de euros. La que fuera primera inmobiliaria española se ha hundido por la política de apalancamiento que describíamos en nuestra anterior edición, y donde el Santander-Banesto constituyó pieza fundamental.

Ahora bien, a la deuda de Reyal Urbis se suma la deuda de Inveryal, la patrimonial de Rafael Santamaría (en la imagen) y de su esposa, que posee el 70% de Reyal. Es decir, que ahora mismo Inveryal vale cero euros.

Hasta ahí, correcto. El problema es que la misma sociedad Inveryal debe 300 millones de euros a los bancos y otros 120 a los acreedores. Debió pedirse antes el concurso de acreedores de Inveryal que la de Reyal Urbis de la cual pende.

Por lo demás, el caso Inveryal demuestra un modo de hacer de muchos empresarios y, sobre todo, en muchos constructores españoles: empresas superendeudadas controladas por gestores superendeudados. Cuando la empresa logra salvar su apalancamiento bien, pero cuando la deuda personal del gestor se vuelve imposible entonces se unen dos apalancamientos, camino del desastre. Y en el entretanto, el gestor apalancado fuerza a la empresa a realizar unos esfuerzos perjudiciales para su futuro con tal de que él siga pagando al banco.

Y los bancos también son culpables, por cuanto han financiado empresas apalancadas gestionadas por empresarios apalancados. Su política de riesgo deja mucho que desear.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com