La selección francesa de fútbol nos ha eliminado del Mundial con todo merecimiento, hasta en la derrota, los españoles hemos sido demasiado indulgentes con nuestros representantes, dominados por ese complejo de inferioridad español en el extranjero que les impide ofrecer una mínima sensación de consistencia.

Sociológicamente, lo más llamativo resultó la interpretación de los himnos nacionales en los momentos previos al encuentro. La selección francesa formada por una inmensa mayoría de negros y magrebíes con alguna excepción gala, más que nada para despistar. Por el contrario, la selección española apenas contaba con algún oriundo hispanoamericano -ojalá fueran más- y entre sus filas abundan jugadores que apenas sienten ni el orgullo del himno, ni los colores de la bandera cuando no, directamente participan en la selección porque es la única manera de jugar un Mundial. Por decirlo de otra forma abundan en España algo que no se da en Francia, los personajes a lo Laporta, el presidente del actual campeón de Europa que definió así al Barcelona: No somos un club español, aunque juguemos en la liga española.

Algo debemos de haber hecho mal los españoles cuando no hemos sabido integrar a los inmigrantes. Curiosamente, el país que puede llevar orgullo en haber realizado el único colonialismo con mestizaje, no ha sabido asimilar a los inmigrantes, tarea que, en principio, parece mucho más sencilla.

Dicho de otra forma los marroquíes y magrebíes emigrados a Francia se han convertido en franceses y lo mismo puede decirse de los llegados del África francófona y de las colonias galas del pacífico sur. Sin embargo, ¿cuántos inmigrantes marroquíes y sudamericanos residentes en España solicitan la nacionalidad española? Más bien pocos.

La explicación más primaria estriba en que nadie da lo que no tiene si los españoles no sienten el orgullo de serlo y la misma identidad nacional está puesta permanentemente en tela de juicio, el entusiasmo patriótico no se contagiará a ningún inmigrante. En el mejor de los casos se vivirá en España por razones económicas y de nivel de vida pero evitando cualquier compromiso con esa causa común que se supone forja las naciones, las patrias, los Estados y los países.

Eulogio López