Sr. Director:
Son los manteros, los chinos, también a  nosotros nos tachan de lo mismo al ser compradores de películas, música e incluso libros por debajo de su valor, al no hacerlo en tiendas y lugares especializados cuyo coste es incluso 15 veces mayor, de por sí los compradores salimos satisfechos por esa compra realizada al mantero que obtiene un escaso margen para poder sobrevivir, jugándose en muchos casos la cárcel o la expulsión por ser ilegales,  culpan y criminalizan a los chinos por la explotación que ejercen sobre los manteros al hacer miles de copias a muy bajo coste y el beneficio que obtienen.

 

Nos razonan que no debemos de comprarles para evitar esta delincuencia y proteger los derechos de las productoras o la industria que invierten en el producto y su entorno como son los artistas, guionistas, distribuidores, músicos, orquestas, todos muy bien defendidos por la SGAE en España, dándose la paradoja que muchos de esos artistas tienen residencia en Miami u otros paraísos fiscales para evitar impuestos, pero subsistir con cuatro miserables perras es delito.

Pero la contradicción surge cuando los mismos productos ofrecidos por los manteros, e incluso de mejor calidad son vendidos por la prensa dominical ya sea películas, libros o música por 1 , precio más barato incluso al de ellos y obtienen beneficios todos, las editoriales, distribuidoras, la SGAE, entonces ¿quién es el delincuente?

Si los productos de ocio que nos venden la prensa dominical son mucho más baratos que los ofrecidos por tiendas especializadas, editoriales o distribuidoras y manteros, algo está mal y ahí es donde el Estado debe de centrar su atención, en los intermediarios, los verdaderos delincuentes de cuello blanco, lo mismo ocurre con los productos alimenticios de primera necesidad ya sea leche, frutas, verduras, carnesdonde el valor de origen es hasta 30 veces menor al de su venta, hago un llamamiento  a las editoriales de prensa diaria, para que nos vendan también los productos de primera necesidad, así crearemos el verdadero Estado de Bienestar y Cultural.

José Enrique Centén Martín