¿Cuál de las 'dos almas' del PP ha ganado las elecciones?

Al éxito, todos se apuntan, decían Los Secretos. Es lo que ocurrió en el balcón de la calle Génova. Mayor Oreja reivindicó a Aznar y Rodrigo Rato, así como su apuesta por los valores. Por su parte, Rajoy reivindicó que la victoria se debía a la estrategia marcada en el Congreso de Valencia -suelta de lastre del aznarismo, formar mi propio equipo- que les ha llevado a la victoria en Galicia y a ser imprescindible en el País Vasco.
¿Son ambos compatibles? Por el interés, te quiero, Andrés. Rajoy apostó por Mayor Oreja a medias. Le tuvo en ascuas hasta el último minuto. Se olvidó de mencionarle en una rueda de prensa. No era su favorito. Pero Gallardón le dio calabazas. Y Mayor Oreja garantizaba el voto de la derecha conservadora frente a la amenaza de partidos más coherentes con el supuesto ideario del PP como AES, PFyV, etc. Sí, Mayor Oreja representa a la gente de orden, la derecha sociológica que no quiere más experimentos si no es con gaseosa. Es el conservadurismo en todo: en los valores, pero también en la praxis política. Por eso no quiere mociones de censura. ¿Y si se pierden?
Por su parte, Mayor Oreja aceptó. Para disgusto de muchos que le criticaron que apuntalaría el blandi-bluismo del PP de Rajoy. Pero él es hijo del síndrome UCD, entendió que era el engranaje para la unión y que la batalla de outsider no tenía sentido. En política se está para ganar, argumenta. Así que aunque Rajoy no fuera santo de su devoción, aceptó. Por el bien del partido, para ganar la batalla por centro, para hacer un PP más conservador. Y no le ha salido mal.
¿Significa eso que el PP va a abandonar sus complejos y se va a tirar a la piscina a defender los valores que nunca debió de olvidar? No tanto. Pero sí significa un toque de atención a la cúpula. Los valores, venden, cuando se encarnan en alguien creíble. El objetivo ahora de Mayor fortalecer el partido. Es decir, darle coherencia, construir una alternativa y un proyecto coherente y alternativo al de Zapatero. Y eso pasa necesariamente por la defensa de los valores. Probablemente no consiga el 100% de sus objetivos, pero si el PP estaba en el 4,5 del ranking ideológico, a partir de ahora estará en el 6. Menos que el 8 que muchos desearían, pero más centrado en un posicionamiento ideológico que nunca debió abandonar.

Sólo faltó Gallardón. Y es que los suyos no habían ganado.