Ya lo ha dicho Alfredo Pérez Rubalcaba, ese buen amigo de Florentino Pérez. No va a desparecer la familia, no va a desparecer la educación concertada. Y es muy cierto : la familia no va desaparecer, lo que nos preocupa es en qué se va a convertir. Tampoco va a desaparecer la educación concertada, es más, lo único que va a quedar, como un maravilloso consenso entre la progresía socialdemócrata y la progresía clerical, es el concierto, y lo que desaparecerá será la educación.

La asignatura de Educación para la ciudadanía, es decir, la Formación del Espíritu Nacional de Franco, sólo que en versión Zapatero, es decir, que ya no hay espíritu nacional, sino nacionalista y librepensador, se empezará a preparar, perdón, impartir, desde los 3 años. Los laicistas han aprendido que hasta los 12 años el niño absorbe cualquier enseñanza: a partir de ahí, el espíritu discente tiende a rebelarse contra el docente. Todo lo que no hayas enseñado antes de los 2 años, corre el riesgo de no ser aprendido nunca.

¿Y en qué consiste la moral ciudadana? Pues, principalmente, en un concepto clave: estabilidad. Yo lo encuentro de lo más lógico : el poderoso quiere que la sociedad sea estable que no cambie, que no se mueva, es decir, que ellos se mantengan en el poder, donde están ahora. Por eso, el progresismo, tanto de izquierdas como de derechas, adora la estabilidad, y considera que toda rebelión es, en esencia, profundamente antidemocrática. Claro, como que toda rebelión se realiza contra el poder. Chesterton lo explicaba como nadie es decir, con la brillantez de siempre- cuando afirmaba que hemos pasado del mundo de los demagogos al mundo de los mistagogos, que es muchísimo peor: Cuando un demagogo le dice a una turba: He ahí el Banco de Inglaterra. ¿Por qué no vais a tener nosotros parte de ese dinero?, dice algo que al menos es tan honesto y tan inteligible como el número 4. Cuando un escritor opina en The Times: Debemos incrementar la eficiencia económica de las masas sin restárselas a aquellas clases que representan la prosperidad y le refinamiento nacionales, su ecuación se anula.

En resumen, los mistagogos, aquellos clérigos paganos de la Grecia y Roma clásicas, que introducían a la gente en los misterios esotéricos, solicitan ahora exactamente lo mismo que antes: en lugar del mensaje revolucionario de la justicia y de la caridad, aluden a la convivencia cívica, la ética laica y todo aquello que contribuya a mantener al poder donde está: en lo más alto.

Hoy son los progresistas de la convivencia ciudadana y la ética laica, los que estafan a nuestros menores y les enseñan el primero de todos los mandamientos cívicos: no rebelarse, ni contra sí mismos ni, sobre todo, contra los demás. Y ya puestos a actuar con todo descaro, enseñaremos a los muchachos a cumplir con sus obligaciones tributarias, las normas de circulación y el culto al cuerpo. El primer mandamiento es: queridos niños, nunca dejéis de pagar los impuestos, que es pecado mortal. Sed buenos ciudadanos y accederéis a la canonización laica.

En segundo lugar, la moral ciudadana, la ética laica, consiste en decretar la mayor libertad sexual, a ser posible desde la más tierna infancia. Un niño/a, un adolescente o adolescenta-, un joven o jóvena, prematuramente pervertido o pervertida- llega la vida adulta como el más dócil de los ciudadanos. Los comunistas sabían mucho de eso, el sexo era como el pan y circo de los clásicos: les permitías copular unos con otros, aparearse desde la mismísima pubertad y ya podías hacer con ellos lo que quisieras durante décadas. Estaban aherrojados como los osos bailones: con una argolla en la nariz. Un detalle, en la postguerra mundial, el Partido Comunista Polaco, empeñado en reducir la influencia de la Iglesia en la niñez y juventud no se dedicó a quemar iglesias, sino a financiar colonias de verano donde se animaba a adolescentes y jóvenes a mantener relaciones homosexuales de conveniencia. Ni que decir tiene, que la URSS leninista, la China Maoísta se convirtieron en los dos grandes mercados de la muerte con el aborto libre gratuito por bandera.

Zapatero no organiza campamentos de verano, eso se lo deja a las comunidades autónomas y ayuntamientos. De la promoción del sexo sin compromiso, es decir, del sexo animal, se encarga la televisión con el teatro actual: teleseries y comedias de situación en horario de máxima audiencia con un sólo y exclusivo argumento : el sexo animal. Educación para la Ciudadanía también promueve el sexo sin compromiso, sólo que lo hace con conceptos como el del sexo seguro, la igualdad de la mujer es decir, igualarse al comportamiento animalesco del varón-, etc.

En tercer lugar, la Educación para la Ciudadanía trata de lo que trata toda la modernidad desde la revolución francesa hasta aquí: expulsar a Dios de la vida pública. Ahora bien, si Dios no existe, ¿quién es capaz de defender un código moral? ¿En nombre de quién?

Este tercer punto, el más importante de todos, se consigue con tópicos, muy escuchados estos meses en el entorno del PSOE y del PP, de que la religión no debe salir de la esfera privada, o de que la fe se vive en el interior de la conciencia. Sin entrar en el fondo de la cuestión. ¿Quién lo ha dicho?

Así que ya lo sabéis: niños, nunca dejéis de pagar los impuestos, obedecer a la autoridad y comportaros como lo que sois: borregos que mantendrán la estructura en marcha, al que está arriba, arriba y al que está abajo, abajo. Y encima le llamaremos a eso libertad. Antes, los dictadores decían: Libertad dentro de un orden. Ahora el progresismo dice lo mismo, sólo que con una ligera variación: Libertad dentro de la estabilidad.

La solución. A corto plazo, el cheque escolar, verdadera pieza clave de la libertad educativa. A medio plazo : terminar con la educación obligatoria, la madre de todos los vicios, o al menos de una educación para mayor gloria, no de los alumnos, sino del poder. En tercero : resucitar la familia como educadora, porque los únicos educadores de los hijos son sus padres, no lo profesores ni el sistema educativo. Ya hay quien educa a sus chavales en casa. No tienen master y la sociedad se lo pone difícil (en Europa, sencillamente imposible) pero estoy convencido de que los chavales salen mucho más felices. Pueden caer en la demagogia, pero no en la pedantería del mistagogo, de los partidarios de la moderación y la estabilidad, es decir del rebaño.

Eulogio López