El que no se consuela es porque no quiere. De Cataluña llegan pruebas todos los días, generalmente del portavoz de la Generalitat, Francesc Homs (en la imagen), que interpreta a su modo el compás del lío en el que se ha metido Artur Mas.

Ahora dice que el 9N, ese sucedáneo, saldrá bien y que la gente que lo desee podrá votar sobre el futuro de Cataluña. "Había quien en Madrid nos quería hacer callar la boca, y en Cataluña no vamos a callar la boca". Sorprende tal derroche de optimismo cuando los últimos golpes a Mas son precisamente de sus propios correligionarios, teóricos amigos en su desafío: Esquerra, la Asamblea Nacional Catalana, que nadie entiende bien qué pinta en todo eso -¿a quién representa-, pero que le pide elecciones en tres meses o de Duran Lleida. Demasiados frentes para salvar el tipo y demasiadas incógnitas para el resto de españoles, muy aburridos con la interminable y compleja cuestión.

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