Sr. Director:
El pasado martes un grupo de personas han entrado en la parroquia Asunción de Nuestra Señora, del barrio de Carabanchel, de Madrid.

 

Se han llevado unas casullas, albas, un cáliz, patenas y algunos micrófonos, pero lo más importante que se han llevado ha sido el Copón con formas sagradas.

El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía, ya que en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente. Sólo la ignorancia, el odio y la maldad son capaces de profanar a Jesús Sacramentado.

¿Qué pretenden quiénes profanan o ultrajan a Jesucristo? ¿Acaso creen que pueden hacerle algún daño? Pobre de aquellos que lo han hecho, pues el daño se lo hacen a sí mismos; esa grave acción se volverá contra ellos igual que si tiramos una piedra al cielo y al bajar nos cae en la cabeza. Igual les ocurrirá a estos. ¿Odiar a Dios y a la religión? ¡Qué impiedad! ¡Qué necedad y qué maldad tan singulares! ¿Cómo se excusarán ante Jesucristo el día de su Juicio?

Josefina Galán