1 de mayo de 2005. En la manifestación de Madrid, y me temo que no es una excepción, había mucha gente, pero poquísimos jóvenes. Había jubilados, prejubilados y, sobre todo, sindicalitas de grandes empresas, que es el predio del sindicalismo tradicional, es decir, de las dos centrales convocantes. Lo que no había eran jóvenes, o muy pocos jóvenes. Se producía algo similar al mayor francés, cuando los majaderos de Daniel el Rojo recibieron a los sindicatos franceses diciéndoles que iban a cambiar el mundo. Bastaron unos minutos de conversación para que los sindicalistas se dieran cuenta, y así lo manifestaron, de que "esta no es nuestra lucha". Por supuesto, los horteras del mayo francés pretendían el estético objetivo de cambiar el mundo; los representantes de los trabajadores, con un hogar que mantener se conformaban con la meta más prosaica de cambiar a los hombres, a sus familias y a sus hogares: luchaban por algo tan vulgar como más sueldo y un horario laboral que les permitiera dedicarles horas a la familia y a los amigos. Estaba claro que no podían entenderse. Del mayo francés surgió el progresismo que hoy nos tiene sometidos. Lo malo es que los sindicatos actuales, casi 40 años después, también se nos han hecho progres. Ahora se dedican a la alta política, y cuando negocian con la Patronal y el Gobierno apenas se distinguen, ni por su retórica, ni por sus modelos ni por su atuendo, de los representantes de la patronal, y aun resulta más difícil diferenciar a unos y otros, patronos y sindicalistas, del Gobierno. Los líderes sindicales son trabajadores liberales con jefe de Gabinete, equipo de secretaría, jefe de Estudios, responsables de imagen, que viajan en avión continuamente, con chófer y guardaespaldas.

Como iba diciendo... en las calles de Madrid el secretario general de UGT, Cándido Méndez, mantenía secuestrado a su colega de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, y junto dirigían el mitin pro-PSOE. No faltaba nadie, ni tan siquiera el mariachi de asalariados del Gobierno Zapatero, encargados de la defensa del llamado doctor Muerte (Luis Montes, en su DNI), el gran sedador del hospital de Leganés. Y por cierto, la TV pública dio una nueva clase magistral de manipulación televisiva, vanguardia de la civilización de la imagen: en primer lugar la cámara mostró una pancarta en defensa de la sanidad pública (como se sabe, el empeño del PSOE acosado por la tozudez de los hechos en el caso del Hospital Severo Ochoa, consiste en situarse como defensores de una sanidad pública que nadie ha cuestionado), seguidamente nos enseñó a una sonriente señora con otra pancarta individual donde se leía: "Vivir en paz, morir en paz", de los que se inferían dos cosas: que Bush tiene la culpa de lo que ocurre en el Leganés y que hay que morir inconsciente, que se supone es la muerte digna que buscan algunos. Todo ello mientras el locutor nos hablaba de la solidaridad de los manifestantes, justamente con el doctor Montes, cuya vida guarde Dios muchos años... tal y como él no la guardó con sus pacientes. Y, cosa curiosa, resulta que la defensora de nuestro doctor en ningún momento se identificó. Esto de los testimonios anónimos favorables al Gobierno, una especie de "voz del pueblo" innominada, sin identificación, es manipulación propia de maestros.

Pero volvamos a la representación laboral. ¿Por qué no tiene éxito el 1 de mayo? Pues porque lo sindicatos no representan ya a la clase de los trabajadores. Los sindicatos sólo representan a funcionarios y trabajadores de grandes empresas, que apenas alcanzan el 5% de la masa laboral. No sólo eso : los sindicatos ya no viven de sus afiliados, viven del erario público, forman parte del Sistema, y con todos los honores. Los elementos del sistema, que no es otra osa que sistema plutocrático, (poder del dinero) son cuatro : Gobierno y partidos políticos; intemediarios financieros y grandes empresarios; el mundo de las asociaciones: patronales, grandes sindicatos y ONGs políticamente correctas que viven del erario público; por último, los grandes editores, dueños de la sociedad la información. No piensen en esos cuatro elementos son liberales o estatistas, de izquierdas o de derechas: hay algo que les une con fuerza indisoluble: son grandes y odian lo pequeño. Ya que hablamos del 1 de mayo, el mejor ejemplo es éste: los autónomos, generalmente jóvenes, son tan odiados por las patronales como por los sindicatos. Otro ejemplo : los pequeños medios informativos, con espíritu de "weblog" son perseguidos por los grandes editores, con más saña que por el poder político o económico. ¿Más ejemplos? ¿Cuál fue la estrella del programa electoral de Zapatero en materia fiscal? ¡Reducir el impuesto de sociedades a las empresas! Precisamente el impuesto sobre el beneficio.

Y mientras todo esto ocurría en Madrid, en Roma, Benedicto XVI se dirigía a la los fieles en el día de San José Obrero, y decía algo muy sencillo : "Deseo que no falte trabajo, especialmente a los jóvenes, y que las condiciones laborales sean cada vez más respetuosas de la dignidad de la persona humana". El papa Ratzinger se mostraba tan prosaico vulgar y ordinario como los líderes obreros franceses de 1968: menos filosofías, menos subsidios, que no dejan de ser limosnas, y salarios dignos, especialmente para los jóvenes, que de otra forma no logran formar una familia ni comprar un piso decente.

En pocas palabras, Fidalgo y Méndez ejercieron de sindicalitas filósofos. El único que ejerció de líder obrero el pasado domingo 1 de mayo fue Benedicto VXI. Para entendernos: de lo único que tiene que preocuparse el Estado (y es de lo único que deberían preocuparse los sindicatos, pero no lo hacen, dado que los jóvenes no son su público) es de exigir unos salarios dignos, los más bajos. No queremos subvenciones, lo que queremos es que los plutócratas, es decir, el Estado y los ricos, no se aprovechen de la mano de obra. El primero a través de impuestos abusivos con los que retener su poder, el segundo a costa de las leyes ambiguas que, en nombre del libre mercado, permiten pagar salarios de subsistencia, especialmente a los jóvenes. No me extraña que hubiera tan pocos el 1 de mayo. A lo mejor estaban trabajando en festivo por mor de un contrato basura.

Eulogio López