Sr. Director:

El fin de la educación, -dice Hovasse en su libro Cómo educar a los niños en la libertad-, es conducir al niño hacia su autonomía y llevarlo a ser cada vez más libre. La educación de la libertad se consigue a través de un amor verdadero y desinteresado cuyo componente esencial es la autoridad.

La autoridad de los padres es algo que necesitan los hijos para llegar a ser libres. ¿Qué deben los padres pedirles a sus hijos?: que estudien, trabajen, que sean solidarios, amigos de sus amigos, que utilicen bien el dinero la lista sería larga.

Para lograr estos objetivos los padres han de ir por delante: vivir aquello que pedimos como educadores. Cosas tan sencillas como opinar dando razones, no herir, armonizar firmeza y buen humor, fomentar la iniciativa, darles ideales de vida, en definitiva, procurar que los niños se involucren en los asuntos familiares, de modo que consideren su colaboración útil, importante y satisfactoria.

La educación se realiza fundamentalmente por la convivencia. La libertad de los hijos no debe contradecir la autoridad de los padres, sino que se complementan. ¡Donde no hay autoridad, no hay libertad posible! ¿Intentamos este camino?

Juana María del Castillo

amorvoz@gmail.com